Abandono de nuevo la estepa buscando desconocidos —para mi— caminos del agua. En esta ocasión en busca de la media montaña leonesa, hacia Sabero, para encontrarme y recorrer caminando una parte del Príncipe del Duero: el río Esla.

 

Durius Aquae, hacia Cistierna
Hacia Cistierna, parece que el día promete

Acaba de pasar la borrasca «Ana» y el sol aparecerá con frecuencia entre jirones de nubes rotas. Parece que arriba ha caído algo de nieve. El día se promete frío y tranquilo a pesar de que en el camino observo una encina enorme  bruscamente chascada, víctima de los violentos vientos de ayer. Tomo la N-625 por lo que voy atravesando los pueblos de la comarca de Rueda (por los que da gloria andar en bicicleta), todos a la vera del Esla. Progresivamente el campo va tornando del gris-pardo invernal al blanco impoluto de la nieve.

Comienzo mi paseo en Sabero, a la altura de la antigua Ferrería. La nieve lo cubre todo así que opto por una ruta sencilla y bien señalizada: «La ruta de las Minas».

El silencio en la montaña

El comienzo es agradable, primero la minera ermita de San Blas y al poco la Fuente de la Muela. Allí me encuentro algunos paisanos que charlan. Tienen que sujetar a un perro cuando me acerco, los saludo y pregunto por cómo estará el camino. Cuando abandono el lugar los escucho comentar como bajan los «gallos de monte» a comer las galletas que uno de ellos coloca en un plato… Me imagino que se refieren al hermoso urogallo que aún habita estos montes.

 

Durius Aquae: Sabero
Relajante paisaje. Minas y escombreras, hoy veremos pocas.

 

A partir de aquí camino con la placentera e inquietante sensación de pisar la nieve virgen. De oírla crujir suavemente cuando apoyo mi bota y de arrastrarla cuando la levanto. Todo es soledad y silencio. Todo parece merecer una fotografía.

Un pequeño desvío me lleva hasta el Roblón de la Plata, un abuelo de 700 años que nació allá por la edad media. El árbol es imponente, negro sobre blanco. Es una lástima que se empeñen en rodear estos ejemplares con barandillas o que pongan carteles explicativos tan cerca que los sacan de su contexto natural e impiden fotografías limpias.

 

Durius Aquae: el Roblón de la Plata
El Roblón de la Plata

Pero, ¿y las aves? ¿dónde están?

Nada en el cielo. No debe ser un día de grandes retos para ellas.

Y a mi altura solo silencio.

Vuelvo sobre mis pasos y de nuevo tomo la pista. Hayas, rebollos y encinas lo llenan todo y de vez en cuando una mina, hoy son casi imperceptibles. Así llego al cómodo techo de esta ruta y comienzo el descenso al valle del Esla. A partir de aquí solo el río es el protagonista, sucesivos miradores invitan a la contemplación de sus esculturas con formas de valle y de peñas. La bajada debe de ser fácil con el suelo seco pero hoy hay que fijarse bien donde se pisa. Abajo me recibe un río ancho y gris con sus riberas blanqueadas.

 

Durius Aquae: valle del Esla
Valle alto del Esla
Y el rumor en el valle

El paseo por la ribera es entretenido; sus chopos, sauces y alisos se muestran con impúdicos encajes blancos y con frecuencia el río rumoroso te va obsequiando con pequeñas sorpresas. Así puedes observar trampas para truchas, puentes colgantes, el canal de aguas bravas, molinos y la «playa» de Sabero. Además Aleje y Alejerico, dos pequeñas poblaciones que bien merecen un paseo.

 

Durius Aquae: Puente colgante de Alejico
Aunque acabes mareado, ¡no perderselo!, crúzalo al menos un par de veces

El río baja limpio y ruidoso. Baja contento y no es para menos, la nevada lo llena y lo anima. El rosario de fuentes que me voy encontrando lo jalean con sus chorros y los arroyos vierten agua abundante para variar. A veces también presenta bonitas tabladas, anchas y de agua calma que deslumbran frente al sol.

Ahora sí. Arriba en la montaña varios buitres planean con elegancia, más abajo algunos pajarillos parece que han despertado a medida       que la nieve mengua.

 

Área recreativa de Sabero, incluso hoy daban ganas de bañarse
Área recreativa de Sabero. Incluso hoy daban ganas de darse un baño.

 

De regreso por el valle del río Horcado, sobre la loma, voy observando la alargada Sabero. Sus construcciones recuerdan con nostalgia su pasado de hierro y carbón. Aquello acabó y ahora de nuevo la ganadería y algo el turismo se adueñan de la actividad. Algunas iniciativas se solapan con la quimérica idea de fijar población rural. Ahí está su instituto, construido en los setenta cuando la población era cuatro veces más, ahora es ruina y abandono.

Finalizo en la Ferrería de San Blas. Ya puestos ¿porqué no entrar…?

Es además el Museo de la Minería y  de la Siderurgia de Castilla y León

 

Una visita sorprendente y muy recomendable

 

Aquí, en Wikiloc, está el track. La ruta es fácil, son 10 km, aunque yo finalmente hice 15. La he catalogado como moderada por la nieve y el hecho de hacerla en solitario.

 

 

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4 thoughts on “Un paseo por Sabero, el Esla y las minas.

  1. Bonita ruta, buena cronica, como siempre. Para otra ocasión espero poder hacerte compañia en la ruta, aunque esta vez estaba muy cerca de Sabero.
    Nos vemos

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