El pequeño río Mataviejas resbala durante 30 kilómetros por un valle excavado entre los sabinares del Arlanza, río del que es tributario. Se trata de un río encantador y con muchos alicientes. Nace en la Peña de Villanueva del Carazo y pasa por Santo Domingo de Silos. Se encañona con frecuencia dando lugar a espacios de inusitada belleza, algunos de ellos muy conocidos como son el paso entre Ura y Castroceniza o el Cañón de la Yecla, ya que es uno de sus arroyos el que lo cavó. En los altozanos: juníperos, pinos y encinas cierran el espacio que junto a la constante presencia del buitre se torna maravillosamente salvaje. Abajo, junto al río, huertos de invierno y nogales desnudos adornan las riberas entre cortados y cantiles.

Puente sobre el Mataviejas
Río Mataviejas y un puente de circunstancias

En otros tiempos fueron lugares importantes y concurridos, ahí tenemos para muestra el Monasterio de Silos acompañado de decenas de antiguas iglesias y ermitas que jalonan el río. Todo ello ahora forma parte de la “España Abandonada” que no vacía ya que vacía no está —aún— como hemos podido comprobar .

Viviendas, molinos y bodegas en los pueblos están abandonadas y nos muestran su descarnada estructura combinando piedra, adobe y vigas de eterna sabina que sólo acogen ya sus tejados derrumbados. Las casas que se mantienen suelen mostrar desfases en el tiempo en cuanto a confort y unos pocos apegados arreglan alguna vivienda como alternativa a su vida habitual en la ciudad.

Retención del molino de Castroceniza
Castroceniza y el río Mataviejas
Un villancico de soledad para Jerusalén

Habíamos caminado y disfrutado del río y del páramo en un soleado día de diciembre cuando llegamos a Ura. En una de sus calles una anciana ayudada de una muleta transportaba un pesado cubo lleno de leños de encina y algún otro mas bajo el brazo. Daba dos pasitos con el cubo, lo dejaba y descansaba y así hacía su camino desde la montonera a su hogar. Llegando a su altura le ofrecimos nuestra ayuda al verla en tales circunstancias; una ayuda que aceptó agradecida.

El último sol de la tarde se mostraba acogedor y a la señora le apetecía conversar y, la verdad, a nosotros también. Así nos enteramos de algunos detalles de su vida… y de sus ilusiones.

Tiene 84 años y vive sola desde que enviudó hace nueve. Nació en un pueblo de Navarra y tras pasar por Barcelona llegó aquí, donde lleva más de cincuenta años. El tiempo hizo que su familia más cercana fuera desapareciendo. “Nosotros nos tuvimos hijos» nos cuenta.

Ura, Burgos
La leña y… ¡qué vida!

Ella no dispone de teléfono, ni tampoco televisión. Solamente un pequeño transistor le hace llegar la voz de Herrera y las cosas que suceden por el mundo. En caso de necesidad cuenta con la ayuda de los vecinos. Algo que no es poco y de lo que se muestra muy agradecida.

Su nombre es Jerusalén, —“Jeru”— . Es una heroína que vive un día a día de soledad y de resignación amenizado con las breves visita de vecinos y vendedores. Todo es difícil y cuesta arriba para la edad que tiene pero lo que mas nos sorprende es el coraje con el que acepta su realidad sin dramatizar.

Mientras charlamos un dócil y cariñoso perro suelto por la calle nos acompaña curioso. Ella aún tiene energía para cuidar de algunos gatos.

Buena lección de humildad para mí, turista en el campo; Por la mañana ya me había cabreado porque no llegaba correctamente la señal de internet al móvil para encontrar el camino que quería.

Y una lección real de etnografía

Entre otras muchas penurias nos comentó que su casa no estaba bien y que vivía en el piso alto. Esperaba con ilusión comenzar una obra para disponer de habitación y cocina en la planta baja.

Nos sorprendimos aún más y nos ofrecimos a subirle la pesada leña o incluso traerle más. Algo que agradeció a pesar de tener que dejar entrar a dos extraños en su vivienda.

Sabina, Juniperus thurifera
Sabina solitaria

Y así fue como nos mostró su casa.

A ella se accede por un amplio zaguán donde dispone de un baño y un modesto fregadero de acero inoxidable y sólo hasta aquí llega el agua por lo que para cocinar también tiene que subirlo. Un viejo portón destartalado lo comunica con las cuadras abandonadas y al lado una estrecha escalera de madera, muy crujiente, da acceso a la planta superior de la vivienda. Aquí es donde realmente vive.

Un liviano olor a humo de encina lo envuelve todo. Hay un par de habitaciones que se muestran limpias y ordenadas. Algunas cajas de fruta, su despensa de invierno, reposan sobre la cama de una de las frías alcobas. Desde un ventanuco se observa y escucha discurrir al río Mataviejas.

En el centro de la vivienda está la cocina. Se trata de una estancia pequeña en la que el techo es todo una enorme chimenea cónica cubierta de una gruesa capa de brillante hollín depositado durante décadas. En el centro y sobre las mismas ascuas, apenas reconocible, aún está instalada la cadena de la que colgaba  antaño la olla. Y abajo, casi a ras de suelo: la piedra del hogar. Allí sobre el tenue rescoldo deposita Jerusalén un trozo de leña. Una silla con un cojín y una camilla son sus enseres, no hay cuadros ni adornos. Es su cálido salón donde pasará en silencio el resto de la tarde cuando marchemos.

El río Mataviejas, antiguamente Ura, llega entre la niebla al Arlanza en Puentedura

– Señora Jeru no hace falta que nos acompañe…

– Si, tengo que bajar y cerrar.

– ¡Ah! bien. Gracias Jerusalén.

– Adiós

El sol se esconde tras los cortados y nos quedamos fríos.

Ojalá le hagan pronto la obra sus albañiles de Covarrubias y que la pueda disfrutar muchos años y ojalá que políticos e instituciones estén atentos por si los necesita*… ¡ojalá!

 

Puesta de sol
Y cae la noche en el frío valle del Arlanza 
  • *Puestos en contacto con el Ayuntamiento de Covarrubias nos manifiestan que son conscientes del caso, que están atentos y que le ofrecen ayuda hasta donde ella lo desea.
Y aquí la ruta caminando en wikiloc
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3 thoughts on “El río Mataviejas y un villancico de soledad

  1. Buenas noches, gran artículo, soy sobrina política de la señora que mencionas y me gustaría aclarar que se le ofrece ayuda constantemente, que ella rechaza porque ha elegido vivir de esta manera. Somos muchos los que estamos pendientes, he intentamos ayudarle lo que ella se deja. Está en conocimiento de acción social de la zona que le corresponde.
    Un saludo, y gracias por la preocupación, pero las cosas son más complicadas de lo que parecen.

    1. Leyendo el artículo, me ha recordado la situación que vivimos con una tía, era hermana de mi madre, también vivía sola y tampoco se dejaba ayudar.

      1. Así es, a veces preferimos la libertad a ciertas comodidades… en todo caso me comentan otros lectores que Jeru ya se encuentra atendida en una residencia. Desde aquí nos alegramos.
        Saludos

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