Con temperaturas por encima de los 35 º dejamos por el momento apoyada en un pino la bicicleta y optamos por dar un paseo en sobre las aguas del Pisuerga aprovechando una de las actividades veraniegas del Ayuntamiento.
Para ello se nos provee de chalecos salvavidas y nos asignan unos kayak pesados y lentos… ¡pero insumergibles!, esto me permite al menos llevar la cámara y tirar alguna foto.
Me viene a la memoria cuando, hará unos cincuenta años, alquilar una barca era una de las actividades favoritas de cualquier adolescente vallisoletano, remar hasta el Palero, darse un baño… los chalecos salvavidas no se conocían ¡Pero cómo han cambiado las cosas!
Bajamos hasta el animado pantalán cargados con nuestros barcos. Además de los piragüistas que embarcan y desembarcan, pandillas de jóvenes bañistas, curiosos o paseantes lo frecuentan. Por los alrededores tampoco faltan pescadores que echan la caña para pasar el rato. Se ve que todo el mundo le apetece estar junto al río, hermoso y fresco
Ya en el agua nos familiarizamos con la embarcación, la verdad muy poco marinera. Sobre ella comenzamos a remontar el rio. La sensación es placentera. El rio verdoso no parece contaminado aunque sobre su escasa corriente flota materia orgánica vegetal. Acaricio el agua que encuentro cálida y el sol aprieta de forma que remamos junto a las orillas buscando la sombra de la arboleda. ¡Y cómo se agradecen las gotitas que salpican de la pala sobre las piernas!
Dejamos atrás la cascada de la desembocadura del río Esgueva junto a la vieja Fábrica de Luz. Entre chopos y fresnos el agua del Esgueva, incrementada con la del Duero que le aporta el Canal, desciende dando brincos sonoros y espumosos hasta el Pisuerga mientras unos perros juegan y se bañan. Un paraje lleno de encanto que no habíamos visto desde el río.
Seguimos paleando en calma y tratando de evitar los sedales de los pescadores. Ahora cruzamos bajo el doble puente del Cabildo y observamos que la ciudad ha desaparecido entre las barreras arboladas del bosque impenetrable que supone la ribera.
A cambio, desde el kayak vemos como los milanos van tomando sus dormideros, algunas palomas se acercan para beber, un pequeño martín pescador cruza volando veloz a ras de aguas y una garza inmóvil sobre un poste nos observa impávida. La naturaleza claramente gana terreno a la industria que nos rodea más allá de la galería del río.
La excursión sigue sobre un río también animado. Además de alguna carpa que salta inesperadamente sobre la superficie, otras embarcaciones se cruzan o nos adelantan. Canoas y piraguas, algún bote, tablas de pádel y un par de exóticas barcas dragón que palean acompasadas al ritmo monótono de su tambor.
Junto a las riberas coloridas de morados y amarillos, esquivamos viejos troncos que nos amenazan con sus ramas secas y afiladas y, a medida que avanzamos, movemos plantas exóticas que flotan formando dóciles islas verdes. Con frecuencia los fresnos y chopos cuelgan su ramaje sobre el río formando estrechos túneles que da gloria atravesar.
Dejamos la imaginación volar y nos vemos atravesando una jungla tropical. Atentos a tribus hostiles, a animales salvajes, a posibles rápidos… Pero ¡vaya por Dios! una botella de plástico y una silla de terraza sobre una isla de troncos nos devuelve a la realidad.
Así, poco a poco, llegamos hasta la presa de la Central del Cabildo. El río se ensancha formando una amplia dársena y aquí nos damos verdadera cuenta del escaso caudal que lleva el rio en verano.
El viejo azud solamente rebosa por algunos tramos mientras que en otros descansan grandes troncos que esperan pacientes a que la crecida del invierno los arrastre.
Tras recorrer la presa nos reunimos en el fresco rincón que se forma junto a la ribera izquierda del río. Aquí si que el agua rebosa espumosa y los peces aprovechan para tomar oxigeno extra asomando con frecuencia sus cuerpecillos.
Un agradable rato de charla y sosiego bajo chopos, sauces y fresnos; rodeados de zarzas y carrizos y moviendo con suavidad el kayak que ahora pretende dejarse llevar por la corriente.
El sol va cayendo y la sombra va ganando espacio sobre las aguas. Se da la salida y partimos paleando con fuerza para bajar ahora el río “vertiginosamente” de regreso al embarcadero.
Aquí os dejo el mapa del recorrido (wikiloc)