Cómo ya es sabido, con cierta frecuencia, un pequeño grupo de amigos quedamos para charlar y compartir almuerzo. Algo que suele ir acompañado de algo de metafísica y alguna excursión o paseo.
En esta ocasión la visita fue a tierras zamoranas, a lo largo de un río boyante y además, acompañados de un natural que nos mostró la ciudad y su evolución desde un punto de vista cariñoso y personal.
En un precioso día del Duero, con el campo saturado de color, subimos a la torre de la Colegiata de Santa María la Mayor, en Toro. Allí, arriba, nos sorprendió un alborotado repiqueteo de mediodía que puso en peligro nuestra ya mermada capacidad de escucha. A cambio, la vista del viejo y abandonado Puente Mayor, en obras de rehabilitación, nos alegró el día.
Seguimos camino haciendo alto en la bodega de Monte la Reina y asomándonos al río en Fresno de la Ribera. Ya en Zamora, repaseamos su casco antiguo, especialmente su catedral y castillo.
Entre paseos y charlas, pasando del frío helador en los templos al bochorno primaveral de la calle surgió el asunto: ¿Vivimos en una tierra despoblada?
Parece ser que sí. Los políticos coinciden y llenan sus bocas de soluciones. Algunos geógrafos también, periodistas, gente de la calle… Algunos hablan incluso de desertización.
No para mí. Yo no comparto esta opinión.
¿Está despoblada la Cuenca del Duero?
Para mí, que tomo como unidad geográfica la cuenca del Duero, me parece un territorio casi equilibrado demográficamente. Sí, es cierto que con ciertas pérdidas y envejecimiento y por eso añado el «casi».
Para argumentar el asunto de la despoblación era necesario matizar el problema. Hay que diferenciar entre lo que es el abandono de los pueblos de la pérdida global de población y su envejecimiento. Lo primero parece irremediable. De esto no hablo pues la mayoría de la gente preferimos vivir en ciudades o alfoces con un buen nivel de servicios y mejores oportunidades.
En la cuenca del Duero, en la que vivimos unos cuatro millones de personas en 100.000 km², la densidad viene a ser de unos 25 h/km². ¿Cómo podemos hablar de despoblación?¿cuántos queremos o deberíamos ser?
Tenemos muchas ciudades de tamaño medio con una buena calidad de vida. Hermosas, a la vista de los títulos concedidos por la UNESCO y ciertamente sostenibles. Oporto, la gran ciudad del Duero es asequible y cálida, León considerada una de las mejores ciudades españolas para vivir, Zamora, Soria… Nuestra tierra, a pesar de las agresiones de agricultura, ganadería y minería, aún se mantiene natural, albergando especies ya difíciles de encontrar en lugares donde “no hay despoblación”. Desafortunadamente, menor densidad de población es directamente proporcional a un mundo más sostenible… Es decir: somos muchos en la tierra y esto habrá que corregirlo. Ojalá que no sea por medio de una guerra, epidemias o hambre.
¿Y si fuéramos más? ¿viviríamos como en Madrid?; agobiados, con prisas. O cómo en el Levante de costas destrozadas y dramática escasez de agua. O quizás como en la Cataluña dividida y enferma…. No sé, yo no encuentro mejores sitios la verdad que nuestras frías y cálidas ciudades mesetarias.
Claro que podría mejorarse; mejores oportunidades, servicios, retener a la juventud por supuesto… pero ¡ay amigo!, ahí entra la política y aquí no nos caracterizamos por beligerancia o reivindicación sino que suelen gobernar los que favorecen y sufragan la desigualdad entre españoles.
¿Alguien ha pedido para la región la Agencia Europea del Medicamento?
Por ejemplo.
En fin, con estas reflexiones y otras, seguimos nuestra visita.
¡El castillo! Resulta que no hace mucho, hasta 1979 fue nada menos que un Centro de Formación Profesional y después más cosas hasta que se rescató como monumento y se adaptó para el turismo. Y la magnífica catedral, dedicada a El Salvador y su entorno, con la elegancia de un románico bien rematado y consolidado. ¡Cuánto echo de menos en mi ciudad ese aspecto de las cosas terminadas!…
Entre vistas del río y visitas de monumentos se nos pasó la tarde. Rematamos con la vieja leyenda del “Motín de la Trucha”. ¡Vaya como se las gastaban los zamoranos! Parece ser que, el pueblo llano, quemó la iglesia de Santa María llena de nobles engreídos que antes habían encerrado. Poderosos que menospreciais a vuestras gentes, tomad nota. Siempre habrá una humilde trucha que colme la paciencia.
¿Lealtad?¿Traición?…. ¡Dejadez!
Salimos por la Puerta de la Traición , ahora Portillo de la Lealtad… veremos mañana. Cosas de la desmemoria. Cuentan que un leonés que heredó Castilla y le supo a poco quiso reunir de nuevo el reino de León pero, otro leonés que trabajaba para una leonesa que gobernaba en un reino independiente del de León en aquel momento —Zamora—, lo mató mientras miraba una mariposa. No hubo mayor problema, otro leonés, hermano de los anteriores, se convirtió en rey de Castilla y de Galicia y…León ¿?…
Mas, ¿qué más da? Un simple lío de los que ocurren en las mejores familias y que viene bien para dividir más a los íberos aunque hayan pasado casi mil años.
Comentaba hace un par de párrafos que los políticos a los que votamos favorecen; primero sus puestos y luego a otras comunidades perniciosas. En ocasiones cambiamos, se vota a gente que parece que reacciona pero miren para qué; para cambiar nombres a las cosas según sus apreciaciones personales.
¿Por qué los políticos zamoranos no han reclamado para Zamora la Agencia Europea del Medicamento?
Por ejemplo.
…bueno de nuevo es tarde, la han debido de llevar a Amsterdam.
¡Ay Duero amigo! lo que has visto y lo que tendrás que ver.
Río Duero, río Duero q galopas por tierras de Castilla ,inospitas, sedientas con un calor abrasador, se despide de estas tierras con una iluminación de LUZ