¿Valdecarros o Berrocal?

La CHD lo denomina de ambas formas y muchos mapas también. En su primera mitad, la parte alta, es conocido como Valdecarros y la más baja como Berrocal. Parece como si la belleza de los topónimos, nos hiciera querer conservarlos todos. Pensando en estas cosillas y en otras lo hemos recorrido en bicicleta.

Pero la verdadera naturaleza de estos arroyos es que el Valdecarros es tributario del Berrocal, si bien lo es en un punto donde el Berrocal apenas existía y que en la actualidad ha desaparecido como arroyo permaneciendo una charca en las proximidades de La Pedrosa.

Dura subida al pico Valdecarros por la Cañada Real de Merinas, cerca de Zaratán

En la actualidad se trata de un único cauce de algo más de 8 km. Nace en uno de los vallejos del término de Valladolid a unos 810 m de altitud, justo al pie del pico Valdecarros (847) al que llegamos por el  camino llamado de “los Enamorados” tras subir extenuados y pie a tierra por una cañada desde Zaratán. Desde aquí la vista del valle del Pisuerga es magnífica, sin embargo, lo que nos llama la atención no son estas vistas sino el centenar largo de milanos negros que evolucionan sobrevolando la planta de tratamiento de residuos. Pero estamos en agosto y es mediodía, con 33º es mejor continuar —al menos nos dará algo el aire—.

El cauce del arroyo Valdecarros o Berrocal (según la CHD)

Arriba, en el páramo de Torozos, una espabilada marica vieja que sabe distinguir perfectamente entre cámara y escopeta, posa presuntuosa. No tengo más remedio que recompensarla con la portada de esta entrada.

Comenzamos el descenso

sosegadamente por el estrecho inicio del vallecillo donde encontramos una profunda reguera seca y justo al principio un viejo pozo con abrevadero, aunque cuesta creerlo el pozo tiene agua a menos de tres metros.

 

Durius Aquae: Inicio del arroyo Valdecarros. La humedad se manifiesta con el verdor de los juncos
Inicio del arroyo Berrocal. La humedad se manifiesta con el verdor de los juncos

Seguimos bajando despacio, presionando suavemente los frenos para no perdernos los pequeños detalles. Justo dónde la CHD dice que nace el arroyo, la reguera comienza a llevar un hilo agua —¡esto es precisión!—. En las tierras adyacentes observamos una extraña planta que aún no está cosechada, ¿un cardo?. Pues parecido. Se trata de cártamo, establecido recientemente como cultivo alternativo y de numerosos usos. Sus enormes flores, ya secándose, dan un aire diferente al campo.

Cártamo

El arroyo continúa y más adelante el campo ya cosechado nos permite hacer un recorrido paralelo y próximo al arroyuelo, encontramos un vado y más adelante el Pozo de Hielo, ¿se usaría en otros tiempos para llevar hielo hasta Fuensaldaña?

Al fondo se observa una arboleda que no tardamos en alcanzar; más pozos, esta vez rodeados de media docena de frondosos chopos. Son los únicos árboles hasta el momento cercanos al cauce.

arroyo Valdecarros
Magnífico carril bici paralelo al arroyo, al fondo pequeña chopera y pozo
El calor aprieta pero el paseo es entretenido,

el arroyuelo hace un brusco requiebro. Cambia de rumbo hacia el sur para encontrarse con un humedal en el que encontramos una segunda arboleda y un prado. A la altura de la enorme finca de La Pedrosa el agua se remansa, casi se estanca y de nuevo recupera su orientación cruzando bajo la carretera VA-900. Su puente ha corrido la misma suerte que el del Arroyo Pozo Moza. Tan bien hecho estaba que ha servido de base para la ampliación de la carretera quedando su estructura original oculta. Ya no se aprecia el antiguo Corral de los Bueyes que yo ya conocí en ruinas allá por los 60.

La lucha en el rastrojo tuvo que ser dura

A partir de aquí el riacho comienza a padecer la actividad humana, su margen izquierda aún recuerda su pasado rural y cangrejero. Sus laderas conservan viejos almendros y se mantiene la vereda del Prado de los Palacios. Su margen derecha roza las urbanizaciones que lo desprecian y ensucian. Aún así, antes de pasar bajo la autovía, increíblemente  encontramos nadando entre las eneas a dos parejas de azulones cuidando de sus polladas.

Tras pasar bajo la autovía casi desaparece entre un polígono industrial que, al menos, lleva su nombre. Cuando surge de nuevo, abandonado y selvático, se le retiene en una pequeña balsa llena de pecina.

Acueducto del Berrocal

Así llegamos a su espectacular desenlace —selva y monumento— . Su caída hacia el Pisuerga es vertiginosa para estas tierras; desciende unos 30 m en los últimos 400 de cauce (en sus 8 km anteriores descendió solamente 100 m) . Esta circunstancia da lugar a una brecha profunda e inaccesible y por lo tanto desconocida. Es aquí dónde nos encontramos con el acueducto del Canal de Castilla más alto de todo su recorrido con sus 12,40 m de altura —¡cuatro pisos!— . Tras casi 200 años de existencia conserva su plena actividad siendo el único paso al barrio de “La Overuela”. ¿No sería ya momento de jubilar este sufrido acceso?. En la próxima entrada abundaremos sobre este interesante punto de nuestra geografía cercana.

Tras recorrer el vallejo, obviamente no ha aparecido ningún berrocal en forma de bolos graníticos. ¿A qué puede ser debido tan sonoro nombre? ¿Se podría referir a su brusca caída hacia el Pisuerga? ¿a la abundancia o calidad de sus berros? …

 

 

Llegando al Pisuerga entre la jungla. El Canal de Castilla necesita el acueducto más alto de todo su trazado para salvarlo

 

 

 

 

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