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Ceñidos en lo posible al río, desde Vila Verde da Raia nos dirigimos hacia Outeiro Seco y desde allí entramos en la antiquísima Chaves. Un encanto de ciudad que paseamos con calma por sus calles empedradas disfrutando de sus rincones. Estos están tan bien descritos en otros espacios que nosotros contaremos algunas cosas del río y sus aguas (aquí os recomiendo un buen y sencillo ejemplo).
El Támega en Chaves
ha descendido ya 500 m desde sus fuentes y se encuentra suavemente remansado por un pequeño azud lo que le da un aspecto ancho y espejado. Justo al entrar aparece el maravilloso Puente de Trajano. Este da entrada al casco viejo de la ciudad situado sobre un cerro en la margen derecha del río excepto el pequeño barrio de la Magdalena al lado opuesto.
El río continúa, muy despacio. A ámbos lados encontramos parques y jardines. También escolleras pero sus riberas conservan un aire natural que invita a las nutrias a ocuparlas. Más adelante instalaciones deportivas y una moderna pasarela peatonal. Por la izquierda le llega el arroyo Ribera de Caneiro y, justo en este lugar, encontramos el bien conservado puente de poldras, o piedras pasaderas, potros o atrancos como las llamamos por aquí. Una línea de 90 potros tallados y desgastados al que hay que echar determinación para cruzarlo del tirón con el correspondiente susto-sorpresa ya que un par de ellos se mueven ligeramente. Un puente que seguramente ya se encontraron los romanos y que han sabido conservar.
Finalmente y abajo el azud encontramos un embarcadero para patines y el puente de Dom Afonso que da entrada a la ciudad a los vehículos. El Támega aquí deja Chaves siguiendo su curso hacia el Douro.
Más adelante le esperan tres nuevas centrales en construcción; tres nuevos embalses que, en breve, tendrá que llenar para ofrecer a Portugal nada menos que el 6% de la energía eléctrica que necesita.
Vaya, !todo un logro para este modesto río!
Y otras aguas… y vinos
Cuando los romanos llegaron a estos parajes ya habitados desde el neolítico los llamaron Aquae Flaviae, construyeron su foro, su puente y… además unas hermosas y relajantes termas que han sido descubiertas recientemente. La verdad es que lo tuvieron fácil, encontraron abundantes fuentes calientes de agua mineral a las que solamente tuvieron que aportar los edificios, algo muy sencillo para estos hábiles constructores.
El conjunto de la eurociudad destaca por sus fuentes termales, caldas y balnearios. Pero concretamente en Chaves se manifiestan abiertamente en la misma ciudad las aguas más cálidas de la península Ibérica. Encontramos en las cercanías del río la fuente do Povo (del pueblo) en la que el agua sale por un caño, entre pedorretas a 76 grados. Justo al lado se halla habilitado un acogedor templete conocido como Buvete en el que te dispensan agua caliente en vaso de vidrio muy limpio para disfrutar, relajado en una hamaca, de las propiedades minerales que ofrecen estas aguas. Junto a ellos encuentras el balneario para acuáticos placeres mayores.
Reconozco que no me desagradó la experiencia del vaso de agua caliente reposando tranquilamente en la butaca pero cuando la comparé con el vino frío que tomamos más adelante, branco de Tras-os-Montes, con un nombre tan caballeresco como Palmerím d`Inglaterra para acompañar al bacalhau de una de las mil maneras que te lo preparan por aquí junto con otras delicatessen propias de la comarca como pasteis y presuntos. Bueno, sin duda me quedo con lo último.