El tiempo más que invitar, empujaba a dar un último paseo antes de cerrar el curso motero del 2017. Así pues decidimos rodar unos kilómetros hasta Baltanás, capital del Cerrato y allí visitar su Museo del Cerrato Castellano.
El Cerrato Castellano
es una comarca “cerrada”, enmarcada básicamente entre los ríos Duero, Pisuerga, Arlanza y quizás el río Franco al Este. Su interior se encuentra regado por un sinfín de arroyos que lo cruzan de este a oeste principalmente hacia el Pisuerga. Estos conforman un agradable y caótico relieve de vallejos, abruptas laderas y páramos planos. Todo esto hace que las carreteras sean de todo menos aburridas.
Sin más comenzamos la rodada en la mañana soleada y con un suave viento en los colines. Con las carreteras en buen estado llegamos al espectacular Valle de Valvení, después a Valoria y sin más a Cubillas del Cerrato; por el arroyo del Madrazo corría algo de agua. A partir de aquí el Cerrato se nos presentó más crudo y la estrecha y revirada carretera nos hizo disfrutar de las motos; si bien sin bajar la guardia ya que los baches eran continuos. Aun así las subidas y bajadas al páramo hacen espectacular el paisaje que a duras penas consigue verdear. Algo mejoró la vía a partir de Cevico de la Torre y la subida a Valle de Cerrato fue espectacular. Tras disfrutar de su tupido monte de encinas y quejigos y levantar un par de milanos reales de la cuneta llegamos a Baltanás.
Baltanás,
centrada en la comarca, es considerada ahora su capital, aunque antes lo fueron Palenzuela y Castroverde. Se trata de su población más nutrida y con muchos detalles interesantes aparte de sus quesos y mieles. Vamos a ver alguno:
El Museo del Cerrato Castellano: Se trata de un interesante museo regional que aprovecha dos edificios emblemáticos de la villa, uno modernista y el palacio-hospital de Santo Tomás. Marta, encargada del museo, se esmeró en contarnos detalles y curiosidades. Además de los aspectos medioambientales, etnográficos y arquitectónicos de la comarca, puedes disfrutar de una pinacoteca más que apañada de artistas del entorno. En el también puedes contemplar un par de las últimas nutrias del Cerrato lamentablemente…¡disecadas!
Las Bodegas del Cerro del Castillo: Declaradas Bien de Interés Cultural y Conjunto Etnológico, están cuidadas con mimo y parecen gozar de buena salud, desde lo alto del cerro horadado la vista del pueblo y del valle del Arroyo del Prado es espectacular. Amablemente el Sr. Teodoro nos enseñó la suya. Convertida por el mismo en merendero lo que antes tuvo un pequeño lagar e incluso pajar y almacén… todo ello a 16 m bajo la tierra. Por cierto su clarete —sin abusar—¡excelente!
Y el Bar Puertas, donde hubo caña «sin»y pincho. Aquí destacaron los mejillones con exquisita vinagreta.
No había tiempo para más y había que replegarse. Buscamos una ruta alternativa en la que repetimos todas las subidas y bajadas “páramo-valle” de la ida pero esta vez por una carreterilla estrecha pero perfecta en cuanto al firme y muy divertida para rutear. Castrillo, Vertavillo, Alba… Llegamos a Esguevillas y aquí recortamos algo la vuelta regresando por el valle del Esgueva con un molesto viento del suroeste. Nos habíamos entretenido demasiado y algunos teníamos prisa.
¡Hasta la próxima!
Aquí tenéis el mapa de la ruta, unos 150 km. Muy recomendable para una mañana.
Y AQUÍ tenéis más fotos
Para otra vez subid a Antigüedad a ver el avión y las vistas desde su mirador
Gracias Javier por mostrar el Cerrato!, que merece conocerlo y reconocerlo. Hasta la próxima!
Buen reportaje Javier, enhorabuena Javier
Gracias José Luís, así revivimos un par de veces la ruta…