Pasamos Mansilla, después León y la Robla. Entrabamos en el valle del Bernesga y la meseta desapareció entre montañas picudas.

Hoy nuestro paseo tenía poco de aventura y bastante de sensaciones. Estábamos en Ciñera y queríamos visitar su famosísimo hayedo que se conserva con esmero junto a nostálgicos restos mineros que aún mantienen su impronta en la comarca.

Ciñera, camino del faedo
Paseo hacia el hayedo

La mañana otoñal era luminosa. Junto al río, la carretera y el ferrocarril, que suben trenzados hacia Asturias, el pueblo se recuesta plácidamente en el valle mostrándonos una estructura relativamente moderna y conservada; limpio y acogedor. El día acompaña y los turistas vamos llegando y ocupando sus calles, sus bares y el camino hacia el Faedo que se convierte en una procesión.

El faedo de Ciñera encajado en el valle del arroyo de Cinera o de Villar
El hayedo acomodado en su valle

El paseo es corto. La senda embarrada se adentra en el valle estrecho y profundo del arroyo Cinera o de Villar. Éste baja fuerte, saltarín, muy limpio y alborotado hacia el Bernesga. Su rumor casi impide la conversación.

Arroyo de Ciñera
Arroyo de Cinera o del Villar

Enseguida aparece el pequeño bosque de hayas que tantos halagos acumula. Sus colores ocre y escarlata lo delatan. A ambos lados del arroyo espumoso, descansando sobre las laderas, el paisaje se vuelve de ensueño. Entre los troncos agrisados de los árboles se reparten bolos de piedra, hojas en el suelo y pinceladas de musgo verde que son iluminados por los rayos del sol que atraviesan las hojas que aún permanecen en sus ramas; los matices son vibrantes como si fueran las lentejuelas de una gran gala en la que estamos invitados.

Hayedo de Ciñera y el arroyo de Cinera o de Villar
Fagus junto al arroyo de Cinera

No es de extrañar la afluencia de público, de familias con niños; otros con sus mascotas y muchos con complejos equipos fotográficos. El sendero, aunque resbaladizo, esta bien adaptado (excepto si vas con ropa de domingo).

Pozo Ibarra. Ciñera
El pozo Ibarra y el coloquio de los perros

Más adelante el valle se encañona cerrando el bosque con unas bonitas hoces. Un complicado sendero sigue y debe de llegar hasta Villar del Puerto. Pero este «paseo» lo dejaremos para los más valientes.

Dejamos el bosque y nos acercamos hasta la negrura de la mina. El pozo Ibarra mantiene aún su castillete y … poco más. Quizás recuerdos, emociones, el sentimiento de los mineros que picaron doscientos metros bajo tierra… los accidentes y sus familias. Parece que todo eso pasó.

Santa Lucía de Gordón
El ferrocarril cruza Santa Lucía de Gordón

Ahora el pozo esta sellado y los edificios auxiliares, en ruina, dejan entrever maquinaria e instalaciones. Entre la gigantesca escombrera que rodea la mina la naturaleza se intenta abrir paso y el dorado de algunos abedules resplandece sobre el negro de las rocas.

Volvemos hacia Ciñera. Mientras tomamos café observamos que adorna la plaza el viejo ascensor de la mina con algunos recuerdos en su interior.

Y alguien comenta:

— Los altos hornos en Bilbao se convirtieron en el Guggenheim, aquí solamente nos quedó la negra y dura cicatriz en el paisaje.

—Y, ¡menos mal! El hayedo

Detalle del hayedo de Ciñera
Y… en el hayedo el Haya Madrina….
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