Hoy nos apetecía conocer otro punto singular en los arribanzos del Duero zamoranos: la aceña del Sr. Rufino. Se encuentra situada en término de Pereruela y para llegar hasta allí decidimos comenzar a rodar desde Morales del Vino. Sería un paseo desde la Tierra del Vino hacia Sayago, recorriendo las anchas lindes de estas comarcas vecinas y tan diferentes. El día se presenta en agradable calma pero muy fresco y, después de una fuerte niebla, dio paso rápido a su consiguiente “tarde de paseo”

Desde Morales pusimos rumbo hacia su ermita del Cristo, ya agradablemente iluminada. Sobre su esbelta espadaña una cigüeña impávida parecía formar parte de la construcción ajena al molesto ruido de la cercana autovía.
Desde allí, junto al canal de Moraleja y por el camino Mozárabe, llegamos a Tardobispo y más adelante hasta la Pueblica de Campean, por nuestra ruta tuvimos que cruzar los puentes de Judez y de Potato que, si no son romanos, es porque se han ido reconstruyendo a través de los siglos, ya que por aquí consta que pasó la calzada Mirandesa.

Seguimos hasta Pereruela, ahora atravesando sus campos rojos de donde extraen las arcillas para su famosa cacharrería y entramos por uno de los barreros, de donde sacaban los blancos caolines, las dos tierras características de su ancestral cerámica.
Tras atravesar el pueblo tomamos camino hacia el puente de Las Urrietas, otro hermoso ejemplar de viejo puente de piedra sobre el arroyo del Sobradillo que ahora se encuentra seco. Sus tres armoniosos arcos parecen estar tallados sobre los mismos granitos que afloran en sus riberas.

Desde aquí tomamos rumbo hacia el Duero. Ahora todo es un descenso que luego habrá que subir. Por aquí, el río, ya entrado en los arribanzos, no te da demasiadas oportunidades y son escasos y complicados los accesos. Desde lo alto de los cantiles ya atisbamos nuestro destino; sobre las aguas calmas de la cola del embalse de Villalcampo descansan, como una barcaza varada, los restos de la antigua aceña de Rufino, una estructura de hace más de un siglo transformada de molino a minicentral y que encendió las primeras bombillas en estos pueblos a principios del pasado siglo.

Bajamos hasta el borde de las aguas y nos paseamos entre los piornos. Al sombrío, ni ellos ni su suelo han perdido en todo el día su colcha helada de escarcha. A su alrededor las viejas construcciones molineras de piedra, más antiguas, se van desmoronando sobre si mismas. Parece que cuando la aceña de convirtió en minicentral se abandonó aquí la molienda, trasladándola hasta el molino de Bárate, arriba junto a la calzada, aprovechando la energía de la central y sin ya tener que bajar el grano ni subir la harina. Tubo que ser un cambio como de la noche al día para el sr. Rufino y vecinos.

Emprendemos el regreso subiendo la cuesta con paciencia hasta llegar de nuevo a Las Urrietas. Desde allí volvemos a Pereruela variando algo el camino para conocer la fuente de La Morana y algunos palomares que adornan las afueras del pueblo.
Regresamos por Las Enillas. Allí podemos admirar el delicado cañón que forma la Rivera del Castillo al pasar entre la Peña de la Vieja. Este lleva agua y lo tenemos que atravesar por otro puentecillo, éste de grandes lajas de roca. Pero hoy es un día de puentes reseñables y aún visitamos otro más: el de Andaluz sobre el arroyo de Campeán (o de los Barrios). Este, también de piedra está algo mejor conservado. En el entorno las vacas pastan tranquilas viendo caer la tarde.

Una tarde que va cayendo a medida que nos acercamos a Morales del Vino. En San Marcial nos recibe el Caño del Marrano. La llaman así por una curiosa escultura que tiene en su frontis con la cabeza de un cerdo. Más adelante, hasta El Perdigón, luego Entrala y finalmente Morales del Vino. Y ¡qué bien!, aún llegamos a tiempo de visitar el esplendoroso interior de su iglesia de la Asunción que encontramos abierta.
Aquí os dejo el track, esta en bruto si os animáis a hacerla: revisarlo primero.
