Hoy dimos un paseo Duero abajo; desde Quintanilla de Onésimo hasta Sardón de Duero. Un paseo sencillo y agradable que puede hacerse sin perdida, caminando o en bicicleta. Este recorrido inicial que comentamos se realiza sobre el caballón que separa el río Duero del canal del Duero. Un canal para abastecimiento y riego que toma aguas en Quintanilla y vierte las sobrantes en las cercanías de Santovenia de Pisuerga tras repartirlas durante 52 kilómetros.

Paraje fluvial entre Quintanilla y Sardón
La aceña bajo el puente del Renacimiento

Entre Quintanilla y Olivares de Duero encontramos un hermoso y evocador paisaje fluvial. La verdad es que no falta de nada: espléndidas riberas de otoño, un puente monumental, la aceña con su pesquera y fuentes por doquier. Además precisamente, es en esta pesquera, donde toma sus aguas el canal de Duero, después discurren bajo Quintanilla de Onésimo para surgir junto a Los Pilones, al otro lado de la población, por el canal que llevará aguas hasta una depuradora de Valladolid y a las huertas creadas a su paso.

El Duero entre quintanilla y Sardón
El Duero en otoño atraviesa la meseta

Después de recrearnos en este paraje comenzamos nuestro paseo entre el río y el canal por un sendero agradable y firme, con una temperatura deliciosa y a resguardo del viento que movía las nubes sin dejarlas descargar.

Caminamos entre un auténtico bosque de ribera. Acercarse tanto al río como al canal es difícil. La altura de los taludes y la maraña de vegetación acosa a las aguas y todo se parece más a una selva. Sobre ambas aguas descansan numerosos troncos que tumbaron vientos y corrientes.

El Duero y el Canal entre Quintanilla y Sardón
Duero y Canal paralelos

El bosque cuenta con todos los alicientes de las húmedas riberas: álamos, sauces, alisos, avellanos, fresnos, mimbreras y todo el catálogo de arbustos que ahora nos muestran sus bayas a la espera del `picoteo de los pajarillos. La diferencia la aportan los numerosos pinos y algunas encinas que abundan entrometidos entre la arboleda de galería; ahora sus copas verdes destacan entre el resto de los árboles ya casi desnudos.

El canal va encauzado en una profunda trinchera que nos va mostrando sus puentecillos, sus almenaras, sus tajeas, sus acueductos y algún muro de contención que lo protege de la violencia del rio cuando viene alto. El Duero aparece entablado por el azud de Sardoncillo. Sobre sus aguas calmas vemos como afloran pequeñas islas pobladas de cañas y eneas; de entre ellas alza un bonito vuelo una bandada de patos y un par de garzas blancas.

El Canal del Duero entre Quintanilla y Sardón
El Puente de Piedra sobre el canal del Duero

Cruzamos uno de los puentecillos, el de La Panadera. Queríamos acercarnos hasta la abadía de Retuerta rodeada de viñas y encinas; un lugar trasportado desde el olvido al lujo. Y, ¡vaya! Comienzan a caer algunas gotas y decidimos volver a la ruta sin llegar al cenobio medieval.

Aparece un helipuerto enclavado entre el canal y el río… ¡que lástima el jardín que lo rodea; pretendiendo adornar la naturaleza que venimos disfrutando!

Y llegamos finalmente a Sardón. Aquí nos recibe su viejo y cuidado camposanto. Frente a él, las ruinas de lo que parece que fue un puente sobre el canal ahora convertido en veranda por la que trepan alocadas las hiedras.

Abadía de Retuerta, Sardón de Duero
La abadía de Retuerta

La lluvia no iba en serio y el viento ha amainado, además es hora de almorzar y… justo al frente tenemos el final del arroyo Valimón y el jardín del Carretero, con su pareja de secuoyas monumentales que dejan en evidencia a los enormes cedros que las escoltan.

Pues nada, coherentes con nuestra excursión y ajenos al día gris, sacamos algunas cosillas de la mochila y damos cuenta de ellas. Mientras, el Duero a nuestros pies, sigue su camino como sumido en un halo de melancolía, pausado y frio.

Aquí os dejo un track realizado en bicicleta (ida y vuelta) de unos 23 km. La ruta descrita, desde Quintanilla a Sardón, si la realizas caminado, supone unos 8 km llanos.

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