Da pereza pero me pongo en marcha. La mañana es muy fresca pero cuando atravieso con el coche los campos pardos de Alaejos el sol ya casi arrebata el blanco a la cencellada.
Hoy busco las dehesas verdes, los pastos del Campo Charro. Me dirijo hacia Alba de Yeltes para conocer al río que nace en la Sierra de la Peña de Francia y baja fresco, sosegado entre bolos de granito hasta el río Huebra en Yecla de Yeltes. Aunque ayer, precisamente, el Huebra no llevara ni gota de agua bajo la autovía. Se ve que —como otros ríos y almas— el Yeltes no tiene el reconocimiento merecido.
Pero este pequeño asunto de vanidad no es nada comparado con la polémica en la que se ve este río…
Desde Alba a Tamames por el Yeltes
En Alba de Yeltes dejo el vehículo junto a la parroquia y comienzo a rodar. Comienzo cuesta abajo hacia el arroyo Morasverdes, el frío es aún notorio pero el día promete. Las dehesas contrastan abundantes tonos verdes; los negruzcos de las encinas y los tiernos de la hierba recién nacida. Un sol inclinado los tamiza y los funde en sus brillos.
Por el arroyo Morasverdes llego a Diosleguarde. Cuentan que el topónimo era debido al peligro que suponían los lobos por la sierras cercanas. Pregunto si hay lobos por la comarca y me contestan que afortunadamente no. Hay de todo… —dicen— menos lobos ¡menos mal!
Desde Diosleguarde tomo camino hacia la Charca de la Cervera que solamente puedo observar desde la distancia ya que las compartimentadas parcelas están bien valladas. Ahora la dehesa me va mostrando a sus habitantes: puercos ibéricos y vacas variadas disfrutan de su paraíso.
Cuando llego a Aldehuela de Yeltes me sorprende una gran tremolina en la plaza. Una decena de tractores y remolques se apelotonan en aparente desorden, ¿será una protesta? Pregunto sorprendido y me dicen que es día de revisión. Así es, ahora me doy cuenta de una gran furgoneta taller pasa las iteuves a los medios agrícolas. Con guasa alguien me dice que puedo colocarme a la cola con la bicicleta… Un poco de humor siempre es bienvenido.
De nuevo retomo el valle del Yeltes por la suave margen izquierda. Al otro lado, la margen derecha, se levanta con brusquedad mostrando sus rojas entrañas. Me cruzo con un grupo de mastines, todos ladran pero no se acercan, parecen jóvenes ¿Pero que coño hacen estos animales solos y sueltos en el camino?
Ahora la dehesa me muestra que también las ovejas forman parte de su hábitat. Yo, para pasar el susto, me acerco hasta el río. Baja fluido y claro. Muy limpio y agradablemente sonoro.
Vaya, Yeltes, algunos dicen que vas a morir en breve; que una mina de uranio más adelante te matará poco antes de unirte al Huebra.
Adios sardas y bogas, adios bermejuelas. A los pájaros aún les quedarán las charcas
Adelanto a un hombre con una bicicleta eléctrica que viene de dar un paseo y recoger hongos. El hombre se asusta al verme pasar y lo espero para disculparme. Charlamos unos momentos.
– ¿Que tenemos bonito que ver por Puebla de Yeltes?
– ¿Bonito?, Aquí no hay nada bonito… bueno, ya ni bonito ni feo. Aquí ya no hay nada ¡Ni el río lleva agua!
Pero… este hombre, ¿no ha visto hoy el río?
A pesar de su melancólico pesimismo me habla de los puentes y de la iglesia y también de qué caminos coger para llegar a Tamames.
Cuando abandono La Puebla observo un buen grupo de buitres planeando enormes e inquietantes. Siguiendo sus indicaciones, entre vallados y pasos de ganado, me encaramo a los altos de Tamames. Ante mí brincan algunos corzos y más adelante me topo con una preciosa laguna que de artificial pasó a natural según me cuenta la bandada de azulones que levanto al acercarme.
Visito Tamames y almuerzo. Me acerco a su viejo torreón que poco me cuenta y recorro sus calles en las que encuentro, vaya… ¡tiendas y bares! Además de una imponente espadaña de granito en su templo de Santa María de la Asunción.
El Cristo de la Laguna y la Laguna del Cristo
Es hora de pensar en el regreso. Tras titubear por algunos caminos rojos tomo la carretera que me lleva hasta la ermita del Cristo en Aldehuela. La temperatura es extraordinaria, la carretera muy tranquila y el viento flojo viene del sur. Más no se puede pedir. A mi izquierda la mole de la Peña de Francia parece un tizón con el sol tan al sur.
Llego hasta la blanqueada ermita del Cristo de la Laguna y me recreo unos momentos con las vistas sobre el valle, más adelante encuentro La Laguna del Cristo. Ambos han debido pactar prestarse sus nombres para paliar sus soledades.
Me asomo de nuevo al valle desde este precioso altozano
El caso es , Yeltes, que otros luchan y se afanan por la mina; afirman que traerá progreso y trabajo. También afirman que una vez finalizada la explotación el medio ambiente será restaurado con creces.
Parece Río que también puedes dar una oportunidad a esta tierra.
Burros y caballos ahora me miran con curiosidad cuando les pido que posen. Los alboroto la tarde sacándoles de la monotonía de la chaparra y el prado.
Ahora tomo la cañada Calzada de Tamames hasta Valdejudío. La dehesa alterna las oscuras encinas con rebollos teñidos de rubio y otros robles y jaras. Las vacas también aportan su colorido al paisaje: peceñas, plateadas y coloradas se perfilan con el reflejo de los rayos del sol. El paseo resulta redondo por esta pista interminable.
En Valdejudío tomo la dirección hacia el pequeño pueblo de Castráz, también de Yeltes. Busco la Fuente de los Enamorados pero al cabo de un rato ya no se si estoy “dentro” o “fuera”, de tanto pasar vallas, tampoco encuentro a nadie para preguntar. Debo de haberme acercado pero desisto.
Tras vadear placenteramente el arroyo chico cruzo finalmente el Yeltes. Ahora de atardecida parece un espejo donde se reflejan los zarcerones de su ribera colmados de pajarillos que buscan ya acomodo.
Adiós Yeltes, parece que el proceso de la mina sigue su curso. Las viejisimas encinas que te jalonaban orgullosas ya han sido arrancadas y tu agua se utilizará para lavar entrañas radiactivas…
A cambio algunos pueblos mejorarán su semblante de pobreza endémica y hasta es posible que, de nuevo, los niños vuelvan a jugar en tus prados.
Por si a alguien le apetece rodar el paseo aquí esta el track de wikiloc
Bonito reportaje aunque siento decirle que nada más empezar a leerlo he visto la mayor equivocación de casi todo el mundo. El Yeltes no nace en la sierra de Francia de la cual soy vecina sino de la sierra de Quilamas, más concretamente en el pueblo de Cilleros de la Bastida en la fuente del Espino .
Hola Gemma. Me alegra que le haya gustado el reportaje del buen paseo que me di en aquella ocasión.
En cuanto al nacimiento del Yeltes no hay que darlo demasiada importancia. Hay muchas y acaloradas polémicas con el nacimiento de los ríos y este la tiene doble pues también le afecta a la desembocadura. Solamente con pensar que aún no sabemos cual es el río más largo de la Tierra….
Los nacimientos de los ríos son tan complicados de determinar que al final los técnicos adoptan criterios poco conocidos para el público pero que les ayudan a determinarlo. Yo no digo que no nazca donde dice pero si acudimos a los datos de la Confederación Hidrográfica del Duero (organismo estatal que tiene las competencias sobre las aguas del rio y su cuenca) esta indica que nace en La Barranca, junto a la Peña de Francia. En el término de El Cabaco.
Los mapas del Instituto Geográfico Nacional, así lo indican también.
En wikipedia lo explican como usted dice pero hay una discursión sobre el asunto.
Por otro lado en Wikipedia también dice que la sierra de Quilamas es parte de la Peña de Francia (una subsierra) con lo cual yo no creo que esté mal decir que el río nace en la Sierra de Francia.
Un saludo cordial
Es un rīo precioso, con buenas zonas de baño en verano y con caminos para dar agradables paseos por su ribera.
¡ Fotazas !!!