El “libro” de los (y las) ciclistas campestres enuncia que tras unos días de lluvia conviene recorrer la arenosas tierras pinariegas y así evitar barros; y este era el caso. No fue una gran madrugada y el día se presentaba claro y soleado; eso si, con un vientecillo del este bastante fresco.
Los ríos Cega y Pirón nacen entre las cumbres más altas del Sistema Central, en Navacerrada. A medida que descienden se amansan y convergen por lechos arenosos hasta que el Pirón cede sus aguas al Cega en plena Tierra de Pinares, en Íscar, continuando este último hasta el Duero. Se trataba de realizar una pequeña excursión por el pico de Entrambasaguas en busca de la confluencia.
Partimos de Cogeces hacia Mata de Cuellar remontando el valle del Cega. Este valle aquí se encuentra jalonado a su derecha por un pequeño páramo, casi desgajado del principal, que cuenta con unos vistosos escarpes. Y hacia allí nos dirigimos tomando el camino Llano o de Villavieja, (según mapas) hasta media ladera. En la lenta ascensión algunos almendros ya nos iban avisando de la primavera que se nos viene encima.
El camino no llega hasta arriba de modo que una pronunciada cuesta, campo a través y con las bicicletas en la espalda, nos situó exhaustos en lo alto. Menos mal que una vez arriba las vistas, agradablemente nebulosas, compensaron bien al agitado resuello.
A partir de aquí, ya por llano pero con abundante lapiaz seguimos por el páramo hasta la bajada a Mata de Cuellar por el camino de el Zapato. Este fue el rato malo de la ruta; el pegajoso barro blanco bloqueaba las ruedas impidiendo disfrutar de un rápido descenso. Una cervecita con tapa en un bar de Mata puso las cosas en su sitio ante un comienzo tan intenso.
Regresamos a la prieta arena de los pinares entrando entre los ríos de color aceituna. El viento y la luz se tamizaban entre las copas de los pinos y la ruta se convirtió en un autentico paseo. Los tranzones del pinar nos ofrecían alternancias entre albares y negrales, así como cortas y pimpolladas. Todo parecía en explotación; madera, miera, piñones y sin embargo no encontrabas apenas rasos sino un bosque limpio y cuidado. Da la impresión que no es casualidad la sostenibilidad centenaria de estos pinares.
El Pirón ¡puede hacer magia!
Tras un breve paseo por la selvática confluencia comenzamos la vuelta, ahora pegados al Pirón dónde abunda más el piñonero. Así llegamos a la nueva presa, cerca del antiguo molino del Rodero, aquí recientemente se ha retenido al río llenando su cavidad, por lo que además de crear un bonito entorno se pretende: regular el caudal ecológico del Cega, contener las crecidas, rellenar el acuífero y mejorar los sistemas de riego en pueblos aledaños…. Parecen demasiadas responsabilidades para el pequeño río, ¿no?.
Así llegamos al decepcionante entorno de la Puente Blanca. Como viene siendo habitual otro puente medieval ha sufrido de la falta de sensibilidad de quienes hayan diseñado las nuevas carreteras adyacentes. Ahí lo han dejado casi inaccesible y abandonado, en una situación humillante y ridícula.
Hubiéramos querido llegar hasta Remondo, pero la tarde se nos había echado encima y solamente había un par de plátanos y unos frutos secos. Así, tras dar cuenta de ello, emprendimos el regreso hacia Cogeces por la orilla del nuevo y pequeño embalse que comienza a contar con aves acuáticas y con ellas los correspondientes aguiluchos laguneros merodeando. También vimos algunos pescadores echando la mañana.
Tampoco nos encaramamos al Páramo del Rey*, a nuestra izquierda, para así evadir el tramo de carretera, pero ya las fuerzas escaseaban y el temor a nuevos barrizales hizo que nos plantáramos rápidamente en Cogeces dónde dimos un paseillo por su puente, su iglesia de San Martín y su antiguo cementerio, ahora convertido en parque.
En total unos 30 km de agradable paseo invernal.
- Con este nombre nos referimos al magnífico páramo residual existente a la izquierda del Cega y que se extiende desde Mojados hasta Íscar. Parece ser que Felipe II pasó en el alguna temporada, ¡de caza! Parece que nuestros campechanos reyes nunca han podido vivir sin ella. Si queréis saber más: Páramo del Rey