Nacimiento del río Águeda

Hoy hemos visitado y paseado uno de los confines de la cuenca del Duero. Desde Navasfrías subimos en coche hasta Puerto Viejo y, tras contemplar desde lo alto toda Extremadura y parte de Portugal, encontramos el nacedero del río Águeda.

Puerto Viejo, nacimiento del Águeda
Navasfrías, nacimiento del río Águeda

En un precioso prado con forma de cuenco mana del mismo suelo, entre rocas y helechos, el gran río que hemos visto llegar encañonado hasta el Duero en Vega de Terrón, allá en el Abadengo. Frente a nosotros el pico de las Mezas, tras el, nace el Coa; su rio hermano.

Bajamos hasta el pueblo. Aún quedan banderines en su plaza y talanqueras en alguno de sus accesos como recuerdo de sus recientes festejos. Es el primer pueblo que visita el Águeda y lo hace con energía para el verano seco que llevamos.

El río por Navasfrías

Después de que sus simpáticos muñecos de bronce nos recibieran con los brazos abiertos, salimos por el Bardal acompañando al río que baja limpio, transparente y jalonado por fresnos, sauces  y, sobre todo, grandes alisos que oscurecen sus aguas.

Navasfrías, río Águeda
El Águeda desde el puente del Bardal

El río baja recto pero desorientado, parece que quiere remontar hacia oriente o quizás sea simplemente para visitar, y regar, Ciudad Rodrigo para después seguir su destino.

Más allá del refrescante bosque de galería, pinos y rebollos se alternan con fértiles prados que aún conservan su verdor.

Entre bolos y cortinas encontramos varios molinos a nuestro paso. Más bien son sus ruinas; sus escombros que nos cuentan sobre la vida de antaño cuando estos pequeños ingenios de recia piedra seca se encargaban de la molienda del cereal local que ahora no encontramos. Cuidadosamente hubieron de administrar las aguas que el Águeda les prestaba y que a la vez sisaban para regar sus huertas junto al socaz.

Molinos que se han perdido aunque no sus jocosas historias que permanecen en el folklore:

Ayer estuve al molino
y a la molinera vi,
estaba llena de harina
y yo se la sacudí.

 

Navasfrías, molino de Chaparra
El molino de Chaparra aún se mantiene con dignidad

En uno de ellos llegamos a ver el sombrío rodezno al asomarnos a su oscuro cárcavo pero ya cuesta distinguir sus canales y balsas. Las casas de los molineros están caídas y el ganado campa a sus anchas junto al río, cruzándolo a su antojo de un lado al otro.

En el puente junto al molino del Paino almorzamos entre sol, sombra y el arrullo de un pequeño azud. Sobre las aguas claras del Águeda los zapateros caminan mientras que algunos caballitos del diablo prefieren las flores moradas de las arroyuelas y campanillas para buscar su alimento.

Navasfrías, paisaje junto al Águeda
Prado junto al Paino
los bosques del Rebollar

Dejamos el río y nos internamos por caminos que horadan los rebollares. La luz trata de colarse entre las copas proyectando sombras difusas y dinámicas sobre las preciosas sendas. Sombras que nos protegen del sol del comienzo de la tarde.

Navasfrías. caminos y robles en la majada de Nuño
Caminos en el Rebollar

Así caminamos entre las laderas del Cerro Pizarro y la Vega del Rubioso. Ahora los pinares de negral se alternan con los robles sobre suelos cubiertos de helechos entre los que pastan libremente las vacas que nos miran tan asombradas como nosotros recelosos cuando pasamos junto a ellas.

Llegamos hasta a las minas de estaño y wolframio que aquí se explotaron hace un siglo junto al arroyo Rubioso que baja seco, vestido de verano. La visita se anuncia con galerías visitables de las minas abandonadas pero la verdad es que un candado nos impidió el acceso al interior de la primera que encontramos. Quizás, por seguridad, sea mejor así pero esto habría que avisarlo.

Navasfrías, esquivando al ganado
Así, tan de cerca…

Con la vista entretenida en el imponente Jalama emprendimos la vuelta. De nuevo pinares, rebollos y algún castaño despistado. Un magnífico paisaje de la Sierra de Gata que nos llevó de nuevo a Navasfrías acompañando al arroyo Ladrón.

En la terraza de un bar tomamos cerveza fresca con limón ¡qué mejor final!.

Sierra de Gata, pico Jalama
Paisaje del Rebollar. El Jalama al fondo

Mientras comentamos los pormenores y emociones de la ruta doblan las campanas de la cercana iglesia de San Juan… Una esquila toca dos veces y una campana responde con un sosiego sobrecogedor. Creo que desde niño en el pueblo que no escuchaba este aviso.

No preguntamos por quien doblan; pero, por quien sea esta vez,  que descanse en la paz de esta hermosa comarca.

Y por si alguien se anima aquí os dejo el track de wikiloc.

Un caballito del diablo nos indica que las aguas bajan limpias
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