Al sur del Duero encontramos el páramo más grande de la comarca vitivinícola de La Ribera. La Sierra de Pradales se proyecta hacia el Duero formando una enorme llanura alta que queda enmarcada entre los ríos Riaza, Botijas y algunos arroyos; como el del Chorro de Corcos por el que ascenderemos a lo alto.
Valdezate
Partimos desde el curioso Soportal de Valdezate, en la plaza, que ya conocíamos por haber vendimiado en alguno de sus pagos. Entre sus callejas sazonadas de buena arquitectura realzada con geranios, buscamos la salida junto al arroyo de La Prádena (también Chorro de Corcos). A medida que subimos por el profundo valle junto al paredón de La Solana vamos dejando huertas y viñas junto al pueblo para rodar a la sombra de la impresionante pobeda que medra junto al arroyo.
El arroyo baja con un alegre caudal, por ello nos animamos a buscar la fuente de la Escarcha pero en su lugar solamente encontramos terrenos secos atestados de huras de conejo. Más arriba, cerca del páramo, sí que encontramos el manantial del Chorro de Corcos y el caño del Pozarón con su abrevadero rebosante en el que nos refrescamos.
Temíamos el calor de mediodía pero un cielo empedrado junto con una agradable brisa del norte nos acompañará durante toda la jornada suavizando un sol que cuando asomaba caía a plomo.
El Páramo.
Tras una breve subida caminando aparecemos junto a la Torre de Corcos, restos de alguna torre defensiva sobre la que se ha plantado un vértice geodésico que nos da idea de lo plana que es la llanura que pisamos. A partir de aquí tomamos una errática y despreocupada dirección sureste rodando a placer ligeramente empujados por el viento y alternando caminos difíciles con auténticas autopistas para bicicletas.
La mayor parte del Páramo de Corcos pertenece al término de Haza, siendo este exclave mayor que el propio territorio que rodea al pueblo. No obstante la propiedad de las parcelas es casi en su totalidad de los vecinos de los pueblos adyacentes. En este tiempo predominan los colores dorados que contrastan con el rojo de las amapolas y a medida que lo recorremos vamos encontrando una enorme diversidad de cultivos: viñas, lavanda, avena y centeno además de la cebada y el trigo, un joven olivar, almendros, nogales e incluso cerezos protegidos contra la golosa pajarería por medio de rítmicas explosiones de gas. También aparecen eriales y algunos pastos.
Tomamos la ancha Vereda de la Priora, una muestra más de los restos de su actividad ganadera que vamos encontrando y que ahora está casi desaparecida. Así las ruinas de corrales y tenadas abundan en nuestro recorrido junto a largos muros rudimentarios de piedra caliza construidos para dividir en lotes las parcelas.
Seguimos rodando con un teatral telón de fondo, en primer plano la Sierra de Pradales y algo más allá Somosierra; un páramo diferente a los que estamos acostumbrados cuyos límites los suele marcar el horizonte.
Aldehorno, ya en Segovia
Al poco de pasar las Tenadas de los Charcos, charcos que encontramos muy secos, se nos acababa el páramo. Los viñedos se hacen más frecuentes y entre ellos la presencia humana que los trabaja con mimo. Salimos de la provincia de Burgos y aparecemos en la de Segovia. Así se nos acaba el Páramo de Corcos y bajamos hasta el pueblo de Aldehorno que se encuentra situado al fondo de un valle y que también forma parte de la comarca ribereña. Un pueblo con el encanto de sus modestas construcciones en piedra. Junto al arroyo encontramos la fuente, un frontón, su iglesia y algunas casas que nos permiten contemplar algunos ejemplos de tejados a la Segoviana.
Junto a una escultura dedicada a la mujer rural hacemos una parada y tomamos unas fotos. En la siguiente entrada regresaremos a Valdezate por la ribera del Riaza
Sigue en la entrada siguiente …/…
Me encanta todo lo que e visto es precioso una maravilla por allí no abra trabajo para una mujer gracias un abrazo