Comenzamos esta ruta en la misma ciudad de Palencia, junto al río Carrión. Se trataba de recorrer algunos pueblos y lugares del alfoz palentino entre los ríos Pisuerga y Carrión; entre la ancha raya que marcan las comarcas naturales del Cerrato y la Tierra de Campos.
Remontando el Carrión
Cruzamos los sotos hacia Allende el Río. La verdad es que nos hubiéramos quedado por allí todo el día sumándonos al entretenimiento general que por allí abunda: piragüistas, pescadores, corredores y paseantes… con el frescor de la arboleda y el fluir pausado del agua… Pero no, cambiamos este paraíso por otro y nos fuimos a “sufrir con gusto” cuestas y calores por los páramos del Cerrato en una jornada en los que se superarían los 30º.
Tomamos el camino de San Román encontrando sobre el río las erectas pilastras del tren burra y también la llegada del Valdeginate al Carrión, convertido en el desagüe de la Nava que ahora aporta algunas aguas al río. Es curioso el molino de San Román que dispone de una buena chimenea de ladrillo ya que debió de convertirse en algún momento en acería. Junto al Valdeginate llegamos hasta el Canal de Castilla que seguimos hasta La Venta, pasando por Grijota y El Serrón.
Un delicioso paseo entre la desvencijada arquitectura canaliega con el último frescor de la mañana y bajo la sombra de los álamos.
Y en La Venta dejamos el Canal y nos acercamos hasta Husillos. Contemplamos cómo los aviones se afanaban en construir sus nidos colgados entre las arquivoltas apuntadas de su vieja colegiata y seguimos hacia el puente de piedra donde nos despedimos del sosegado Carrión.
Hacia Fuentes de Valdepero
Dejamos aguas y otras frescuras y nos enfrentamos a la subida al paramillo de Fuentes de Valdepero desde las antiguas bodegas de Husillos, hoy en día casi zona residencial.
La subida al paramo fue frontal y no quedó más remedio que apearse de la bici para remontar con calma las terrazas acarcavadas del Carrión bajo el vuelo circular de algunos buitres.
A Fuentes de Valdepero parece que el nombre le viene de la abundancia de surgencias en el lugar que debió ser de un tal Pero, aunque lo que marca su perfil es el enorme y robusto castillo, casi macizo, que deja a nuestra imaginación el misterio de la altura a la que llegaría su torre del homenaje ahora mocha. No podrían estar mejor protegidos los documentos que archiva aquí la Diputación de Palencia.
Hubo suerte, en las proximidades de su monumental iglesia de Santa María de la Antigua encontramos pan y a las afueras un lugar con mucho encanto que nos invitó a quedarnos a almorzar.
Se trataba de la ermita de San Pedro, junto al cementerio. Sobre un acogedor promontorio, rodeado de fuentes, lavaderos e incluso de un didáctico tejar reconstruido.
Mejor reponer fuerzas pronto ante la solana que nos espera.
Los valles del Cerrato
Con mucha calma y resignación comenzamos nuestra pequeña ascensión hacia La Cruz de Calvo. Los aerogeneradores no giran, la temperatura es elevada y el cielo muy azul. Las arboledas que nos acompañaron de mañana han desaparecido y a través de una cañada festoneada de lino blanco y azul llegamos hasta Villajimena. Allí, en el fondo de un valle, encontramos La Hontanilla, donde se juntan el Arroyo de Prado Moral y el de Valdepajares; un paraje de agua con varios manaderos y viejos lavaderos adecentados entre un conjunto de saucos floridos.
Remontamos de nuevo el páramo, los vallados nos impiden rodar entre las hermosas dehesas de encina y cereal dorado y a través de una linde llegamos a la carretera que nos lleva hasta Valdeolmillos, un pueblo que nos muestra en sus laderas las bocas abiertas y resecas de sus minas de yeso abandonadas.
Zigzagueamos entre caminos a pleno sol, sin un árbol y con enormes extensiones de cereal. Rubia la cebada y azulado el trigo se van acercando al momento de su cosecha.
Llegamos sin más a Villalobón, y bajo la mirada del Cristo del Otero, enseguida a Palencia.
Hemos recorrido 62 km entre la Tierra de Campos y el Cerrato, bajo un sol de justicia, pero aguantamos bien la calor, casi nos gusta. Y más con un bar abierto junto a nuestro vehículo donde nos entonamos con una fresca doble con limón mientras revisamos nuestro track.
RUTA CERCANA A PALENCIA