Para los que gustamos de la naturaleza y de amplios espacios para perderse y gozar de ella aun quedan lugares como Albarracín y su entorno; si bien es cierto que cada vez son menos.
Un remolino de montañas y ríos
Uno de ellos es lo que podríamos llamar el «remolino rebelde» de la Península Ibérica al igual de los que suelen aparecer en el pelo de los niños. Se trata de una amplia comarca donde sierras muy antiguas confluyen y chocan en aparente desorden dando lugar a un auténtico festival de fuentes, arroyos y ríos que, en su inicio, desorientados van cayendo a saltos hacia diversas cuencas y mares.
Son los Montes Universales, que incluyen la Sierra de Albarracín… ¿o viceversa?*. Por allí nacen el Júcar y el Cabriel, El Guadalaviar, El Tajo, el Gallo, el Cuervo… El Jiloca recoge aguas de estas sierras, e incluso el Cigüela se atreve a acercarse.
Así tenemos como las cuencas del Tajo, Júcar, Turia y Ebro se disputan las aguas de este territorio montañoso dejando a las puertas, por poco, la del Guadiana.
La belleza de estos lugares escondidos entre pinares y cañones invita a recorrerlos por cualquier medio posible y a disfrutar de sus fríos, de sus silencios y de su sorprendente historia.
* Por más que lo intento no soy capaz de averiguar la preponderancia de los Montes Universales con respecto de la Sierra de Albarracín. Encuentro documentos en los que se la dan a unos o a otra. En alguno veo que los considera sinónimos y en algún otro lo considera una confusión sin mojarse en aclararlo. En lo que se coincide siempre es en señalar el Caimodorro (1936) como su cumbre más elevada. Si alguien puede aclararlo mejor …