Cuando, a su Norte, la Sierra de Ávila desaparece entre la Moraña y la Tierra de Peñaranda, los campos pierden los granitos, se allanan y agrandan sus límites. La agricultura toma ventaja sobre el ganado y sus pueblos abandonan la piedra por el ladrillo. Sus ríos, pequeños y estacionales, discurren siguiendo el rumbo descendente de la penillanura hasta que son recogidos por el Duero y el Tormes.

Río Almar en La Bóveda. Salamanca
Ya el río Almar nos avisaba….

Este es el caso de los ríos Margañán y Gamo, ambos tributarios del río Almar que hoy, en esta larga ruta en bicicleta, he recorrido sorprendido por su aspecto rebosante y dinámico, entre pequeños pueblos de la Tierra de Alba y de Peñaranda.

La lluvias no han cesado en las últimas semanas y el invierno está perezoso, no se quiere ir. Hoy el día es frío y ventoso y habrá que asirse a los dulces ratos en los que asoma el Sol y tratar de evitar los barrizales.

Pórticos en Santiago de la Puebla, Salmoral y Macotera. Salamanca
Pueblos humildes, soberbia arquitectura: Pórticos en Santiago de la Puebla, Salmoral y Macotera

Comencé esta rodadura en Macotera, bajé por la cañada buscando el río Margañán y allí me di de bruces con la realidad: ¡no había puente y el vadeo era imposible! El río venía rápido y crecido; tuve que resignarme y dar la vuelta buscando un paso para cruzarlo.

Esta sería la tónica de la excursión de hoy. Durante el viaje ya había encontrado con agua al Zapardiel y Trabancos y al Almar rebosante en la Bóveda. Está claro que las laderas de la Sierra de Ávila van soltando despacio sus nieves.

Restos de la ermita de San Blas. Entre el Gamo y Margañán. Salamanca
Restos de la ermita mudéjar de San Blas sobre trigos prometedores. Santiago de la Puebla

Llegue hasta Santiago de la Puebla y de allí, por el camino de la ermita de San Blas, hasta Malpartida, un pueblo que aprovechó bien sus viejos pesebres y abrevaderos de granito para decorar sus calles.

Las extensas campiñas de cereal se convirtieron en hermosas dehesas al rozar la provincia de Ávila donde pastaba entretenido el ganado entre enormes encinas. Acompaño al río Margañán hasta que se enrisca impetuoso junto a un molino entre las primeras peñas y, desde allí, vuelvo a los prometedores campos de cereal. Los caminos, por suerte, están secos debido al viento y al frío. La bicicleta vuela cuando el viento favorece.

En Alaraz veo como numerosas cigüeñas han ocupado la cubierta de su enorme iglesia del Castillo y además me encuentro con el río Gamo, baja parejo de aguas al Margañán inundando la vega en el pueblo. Tampoco es posible vadearlo por lo que la ruta tendrá que ser entre puentes.

colada desde Santiago de la Puebla a Pedraza de Alba
Hermosa colada desde Santiago de la Puebla a Pedraza de Alba

Desde Alaraz tomo camino hacia el Oeste. Me dirijo hacia la dehesa de Campillo y Melardos, tengo que abrir y cerrar portillos y reptar bajo vallas electrificadas. Finalmente entro en la dehesa en la que encuentro vacas negras avileñas disfrutando del tiernísimo pasto. Me apresuro a salir de allí y por una puerta sin candar doy con el camino que me lleva hasta una hermosa y solitaria colada y por ella a Pedraza de Alba. Por aquí llega otro río: el Agudín (o Gudín), precisamente a encontrarse con el Gamo. Ríos que conocimos en nuestra ruta en Pascualcobo secos o como sencillos regatos y que hoy bajan renchidos y veloces.

Río Gamo, Salamanca
El río Gamo baja colmado. La Lurda

Desde Pedraza me dirijo a Gajates y desde allí sigo el rio Gamo pasando por Galleguillos, Pedrosillo de Alba y La Lurda. Pueblos sencillos y olvidados, de casas molineras y callejas de cemento que guardan pequeños tesoros en sus pobres iglesias mudéjares, sin mayor pretensión que la de sobrevivir.

Dejo el Gamo y torno hacia el Este, de nuevo aparecen los inmensos y monótonos campos de cereal entre los que encuentro alguna charca pletórica. Las nubes van cerrando más los cielos y el Sol tiende a desaparecer. ¡Hay que ir regresando!

Entre el Gamo y Margañán la laguna del Bote. Tordillos, Salamanca
La Laguna del Bote. Tordillos

Vuelvo al encuentro con el sinuoso Margañán y llego a Tordillos entre pozos con restos de norias donde tuvo que haber huertas. En un bar puedo tomar un café caliente antes de  remontar los cerros que me llevarán de vuelta hasta Macotera.

Tras los inmensos campos bien regados por la naturaleza y ahora de un verde prometedor las nubes se apartan un poco. Ahora puedo distinguir La Serrota y más al fondo Gredos; ambas sierras de un blanco luminoso. Y yo ya termino. Solamente quedan algunos caminos rectos, nuevos de concentración y, el viento… el viento me da de espaldas sobre un firme seco con final cuesta abajo. Además la tarde cae y el frio me hace subir el ritmo de mi pedaleo. Esto hace que, de vuelta a Macotera, haga los últimos kilómetros en un suspiro, tras haber recorrido casi 70 km por los valles de los ríos Gamo y Margañán (aquí el track)

Perro persiguiendo a gato en Galleguillos, Salamanca
En Galleguillos perro y gato tuvieron su gresca, ¿adivináis el final?
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