Habitualmente comentamos en este cuaderno las cosas que nos emocionan sobre los ríos del Duero, vicisitudes de las rutas, detalles que nos interesan; como árboles, molinos, chozos… Apenas hacemos hincapié en el yantar que casi siempre acompaña nuestras excursiones. Hasta el más humilde bocadillo siempre nos resulta exquisito y más en el campo con hambre canina.
Pues bien para llenar bien la andorga —que decía mi abuelo— es imprescindible el pan y siempre que podemos lo adquirimos en alguna panadería local que rara vez nos defraudan y muchisimas nos cautivan y tenemos señaladas.
Por un lado se trata de apoyar a nuestros panaderos que luchan y se esfuerzan por sacar adelante sus tahonas y a la postre los pueblos. Y por otro, disfrutar de auténticas delicias que obviamente no encuentras en las gasolineras.
Nos dirigíamos a Renedo de Valderaduey a conocer sus montes y ríos, cuando al llegar a Villalumbroso, alguien que conocía la panadería de Jesús Plaza sugirió la parada.
Entrar en la panadería ya es una emoción. El olor a la masa, la calidez de los hornos de leña y el aspecto de los panes sin cocer resulta embriagador. Y además el mostrador acristalado exhibiendo sus bandejitas de amarguillos, rosquillas de palo, de pastas de almendra, de lazos y magdalenas.
Preguntamos ¿qué pan tiene? y ¡Oh desgracia! Aún no ha salido la hornada; faltan unos minutos.
¡Qué contratiempo!, ¡no hay pan! Parece que tenemos que marchar, aun faltan kilometros por recorrer.
Pero alguien dice: ¿y si esperamos?
Esperar… Cómo nos cuesta. Pero sí. Decidimos esperar haciendo al viaje partícipe de la aventura.
Desde Villalumbroso nos acercamos a Villatoquite paseando y vuelta; cinco kilómetros caminando por el casi vacío Valle del Retortillo en una ocasión en la que hasta las zanjas de drenaje llevaban agua de recientes tormentas.
Palomares, bodegas, el cementerio y su ermita y los cielos luminosos de Tierra de Campos en hora temprana. También algo de agradable charla con el terracampino Doncho, que nació en Bulgaria, casi la única persona a la que saludamos.
A lo largo del vallejo el escuálido pero orgulloso Arroyo Mayor Retortillo que da nombre al municipio, hilvana las cinco localidades que lo forman: Villalumbroso, Villatoquite, Añoza, Abastas y Abastillas. Más adelante, nuestro pequeño río antaño aportaba su agua a la Laguna de La Nava como un pequeño Okavango castellano. Ahora, su cauce alterado, lo lleva hasta el Valdeginate para que la laguna sea más culta y con menos agua.
Nos habíamos entretenido, ¿quedaría pan?
Pues había. ¡Ya lo creo que había!
Entre un aroma irresistible allí había en un par de cestos con panes recién horneados, blancos, templados, ¡Cómo rosquillas!
Había que seguir hacia el norte para realizar la ruta caminando que contaremos próximamente. Ya en el coche cayeron algunos deliciosos curruscos mientras se dilucidaba el porqué, de chicos, era tan malo comer el pan caliente…. ¿quizás para que llegara íntegro a casa?
Con esa fotografía ya parece que huele a pan y apetece parar para almorzar…mmmm
¿Preguntasteis si comercializaban ese pan en Palencia y Valladolid y en qué tiendas?
Que va, lo siento. Pero el paseo merece la pena