Para lo que el clima nos tiene acostumbrados recientemente el día era ideal para un paseo en moto. Un tiempo soleado nos hacía olvidar del molesto y fresco viento que incrementaba su soplo desde el noroeste, así que nos pusimos en marcha un pequeño grupeto de cuatro por el “Vallesgueva” hasta el Valle del Cuco y vuelta.
Comenzamos bien, muy bien. Parecía que el paseo iba a ser agradable y así llegamos a Encinas de Esgueva.
El piloto que marcaba el camino, Jose María, señaló una parada, yo como segundo que iba, me puse a su derecha y tras de mí, los otros dos compañeros se alinearon; también a mi derecha. Todo fácil, pero algo sucedió al bajar de mi moto… ¿una mala pisada?¿medio segundo sin atención?¿mal apoyo de la pata? La cuestión es que la moto decidió inclinarse hacia el lado contrario. La sujeto pero no puedo. Tiro más, pero me lleva… Ya no hay vuelta atrás. La moto se cae.
Pero ahí me doy cuenta de que Eduardo está aún asentado la suya, entonces hago el último intento de aguantarla pero caigo sobre ella… y ella empuja a mi compañero y él a su moto, y su moto al último, Jesús, que a su vez empuja a la suya.
Escena patética y patosa,
tres moteros por el suelo con sus monturas en la parada más fácil y segura de cuantas hayamos realizado.
Poco a poco nos rehacemos, tratamos de levantarnos, primero yo que no me he hecho nada. Entre todos y algunos viandantes levantamos a los otros compañeros de entre las motos… el último está aun recuperándose de una lesión…. Pero ¿cómo puede ser esto?
Afortunadamente parece que todo ha quedado en algunos rasguños, algún pantalón roto y raspones de pintura. ¡Ojalá! Qué solamente sea mi amor propio el que haya salido peor parado.
Total que hoy no puedo contaros la belleza de un soleado Vallesgueva, ni nada relativo al Valle del Cuco que anda recibiendo a la primavera. Tampoco de la buena impresión que nos ha dado el Monasterio de Valbuena lleno de visitantes. Por no tener no tengo ni fotos ni ganas.
Hoy tengo que pedir, de nuevo, disculpas a mis magníficos compañeros, entretenerme en hacer el parte del seguro y concentrarme más si cabe en el futuro.
Vuelta… sin novedad, ¡menos mal! ¡Ah!… ¡precioso valle del Cuco! retornaremos con más calma.
Bueno… aquí os dejo una ruta más divertida.
Tendréis que volver otro día por el Valle del Cuco…