Remontando el Bañuelos
Hoy comenzamos nuestra excursión en Aranda, junto al Duero. Es nuestro último paseo de este invierno y el tiempo se muestra antipático. Marzo está marceando. Nos acompañará el viento toda la jornada y no veremos el sol. Ha debido de llover toda la noche y los caminos están empapados. Afortunadamente las tierras sedimentarias de Aranda filtran bien y apenas encontramos barros.
Aranda es una tierra de ríos, además del Duero que le da apellido, se reúnen por el norte el Bañuelos y el Arandilla junto con su afluente el Aranzuelo. Por el sur el arroyo de la Nava y festoneando al Duero: por el norte el Canal de Aranda y por el sur el Canal de Guma, ambos creados para el riego de sus anchas vegas con innumerables acequias. También por las cercanías fluyen el Riaza y el Gromejón. Así pues nos encontramos en una tierra que atrae a las aguas si bien el descenso freático también se hace notar, sobre todo en sus abundantes fuentes que ven mermados sus caños.
Salimos hacia el Norte acompañando al río Bañuelos, cruzamos su puente medieval de Las Tenerías y después llenamos los bidones en uno de los grifos de la vieja fuente de Minaya. Así vamos dejando la ciudad entre huertas, viñas y pinares.
El viento nos da de cara así que vamos arrebujados sobre nuestra bicicleta. A nuestra izquierda destaca la magnífica iglesia de San Nicolás de Bari, en Sinovas y siguiendo por la vega llegamos a Villanueva de Gumiel un pueblo de elegantísima arquitectura que además restaura su molino para museo y que habrá que visitar más adelante. Finalmente, por el valle del Bañuelos nos plantamos en Baños de Valdearados. Allí trepamos hasta su ermita del blanquísimo Santo Cristo para contemplar bien el valle desde su cerro que nos muestra bodegas y lagares además de algunos palomares ruinosos. Junto al río se aprecian también los casetones que cubren el yacimiento de la Villa romana de la Santa Cruz donde han sido hallados mosaicos dedicados al dios Baco; Y ¿de que otro podría ser ? estando en la Ribera del Duero…
Dejamos el Bañuelos y cambiamos de Valle. Subimos hasta el Cerrillo Pelado, arriba, cañadas y corrales nos enseñan los viejos caminos del ganado que aún perduran en los páramos más inhóspitos colonizados ahora de sabina y encina.
Aranzuelo y Arandilla
Descendemos hasta Hontoria de Valdearados, allí nos topamos con el río Aranzuelo, al igual que el Bañuelos lleva aguas limpias y animadas. Eso sí: las justas. Un pastor nos cuenta que antaño el río se sacaba pero que desde que hicieron una balsa para riego, más arriba, suele ser la corriente de agua escasa pero continua.
Le pregunto por el ganado
– ¿Y ahora a ordeñar?
– No, estas no se ordeñan
– Y las toca esquilar pronto, ¿no?
-Si, otro gasto, 1.50 € por oveja y tengo quinientas
-Ya, pero la lana….
-Nada, para tirar. La de churra a la basura. Aún por la de merina se saca algo vendiéndola en China
Le pregunto por el lobo pero me comenta que por aquí hay poco monte. Aún no ha llegado.
Lamentable panorama para nuestros pastores. No es de extrañar que cada vez sea más raro encontrarse con un rebaño. Parece que solamente el consumo de lechazo mal-mantiene el negocio.
Visitamos su iglesia y nos acercamos desde su hermoso caño, en la plaza, hasta el Puente Canto y desde allí, tras pasar el río, hacia Zazuar y Quemada. Ahora rodamos con el viento y la pendiente a favor. ¿Qué más se puede pedir?
El Bañuelos y el Aranzuelo parecen gemelos, ambos nacen en término de Arauzo de Miel aunque uno llega al Duero y el otro al Arandilla. Y justo allí llegamos. Junto al viejo Puente de la Tejera que nos muestra un paraje de arboledas despertando junto a las aguas del río que llega desde Clunia.
Y La Calabaza
Finalmente encaramos el hermoso monte de Calabaza. Nos colamos entre sus encinas, pinos y enebros por complicados senderos trenzados. Bancos de arena y profundas cárcavas nos obligan a extremar la precaución. Las labores forestales acumulan montoneras de troncos pelados dando sensación de orden y limpieza al bosque característico de la comarca.
Cruzamos el Canal de Aranda y al fondo vemos el perfil de Fresnillo de las Dueñas. El azud de la Virgen de las Viñas nos da cuenta lo escaso que baja el Duero. Más adelante, esta vez por el sur, es nuestro amigo: el arroyo del Prado, el que vierte una bonita cascada sobre el río. Entramos en Aranda. Ahora por la honda brecha del Arandilla cuando el sol hace amago de asomar, ¡a buenas horas…! Aunque, bueno, al menos no nos hemos mojado.
Aquí, en wikiloc, tenéis una de las rutas realizadas en esta comarca al Norte de Aranda.
Y aquí la que realizamos por el sur, hacia el Riaza
Es lindo todo lo visto
Mi deseo es poder encontrar un sitio para cooperar y repoblar estas bellezas