Estábamos de nuevo en Sayago. Habíamos comenzado este paseo en Arcillo, pasado Pereruela. La intención era llegar hasta Abelón en bicicleta, tomando como eje el GR-14 pero con la intención de asomarnos al Duero. Esto debe parecer obvio ya que el GR-14 es precisamente la «Senda del Duero»; pero, por aquí, el rio Duero se resiste a ser visitado colándose entre profundos escarpes de complicado acceso. Son los prolegómenos de sus conocidos Arribes.
El Duero se esconde…
Con un tiempo agradable pero incierto partimos hacia el Este de Arcillo con la intención de llegar a Los Picones, lugar donde llega al Duero la Rivera de Bárate. Al poco de salir del camino un interminable vallado fue marcando nuestro camino, después tomamos otro que solamente existía en el mapa y después comenzó a llover. A nuestro pesar tuvimos que tornar hacia el Oeste y cruzar por la dehesa de la Viñuela para, al poco, retomar el GR. Un duro fracaso para comenzar.
Seguimos por el sendero hasta que encontramos el increíble puente medieval de Albañeza sobre la blanca Rivera de Fadoncillo. Tras las fotos de rigor entre un ensordecedor coro de pequeños batracios decidimos intentarlo de nuevo. Intentaríamos llegar a la zona del Cadozo de los Humos y claro está: al mismo Duero.
Entramos en el corazón de la Dehesa de Albañeza por caminos de hierba o campo a través. Una ruta dura, de pies calados y con frecuencia la bicicleta a cuestas o a nuestro lado. Bajamos hasta el arroyo en la zona del Cadozo y finalmente entre berrocales y piornos conseguimos encaramarnos hasta La Cerca. Desde allí, ya con las bicicletas apoyadas en una encina, recorrimos el picón y nos encontramos con el Duero en el arribanzo; escondido y sereno, recibiendo las aguas despeñadas de la Rivera de Fadoncillo. Un triunfo de la perseverancia pero que nos dejó agotados.
El Jardín secreto
A cambio de nuestro esfuerzo encontramos un idílico paraje al que solamente deben de llegar los campesinos que cuidan al ganado. Entre los cañales del ganado se disponen robles de hojas tiernas y encinas en flor, a veces roja o amarilla. El suelo es un verde tapiz entre el que crecen un sin fin de arbustillos floridos también. Así el morado cantueso, escobas blancas o amarillas y peonias fucsia formaban un colorido parterre interminable. Además de chiribitas, jacintos, crocus… no acabaríamos. Sin duda un lugar evocador en el que encontramos algunos jabalíes cavando con su hocico a modo de jardineros, tan confiados en su soledad por aquellos parajes que cuando nos descubrieron huyeron apresurados.
Allí almorzamos sobre una piedra, junto a la fuente del Bacallón que nos parece el estanque de Versalles. Y allí encontramos viejos y sólidos chiviteros que van cediendo al abandono y nos cuentan historias de antaño, cuando a chivos y corderos había que dejarlos a salvo de alimañas y temporales.
En el jardín de Albañeza no hay silencio. Cuando callamos nos damos cuenta del incesante canto de las aves; trinos, silbidos y gorjeos se solapan unos sobre otros en un festival sonoro seguramente al encuentro del amor.
Tras recorrer los caprichosos berrocales del Bacallón y despedirnos del río iniciamos el regreso al acogedor GR-14 con el que dimos por el camino de Las Aceñas tras abrir y cerrar varios portillos con la precaución de no molestar demasiado a las vacas celosas en la protección de sus terneros.
Abelón
Después de tanto esfuerzo nos sentíamos bien. Comenzamos a rodar con cierto brío y acabó la dehesa. Pronto apareció algún campo de cereal y las cortinas de Abelón. También los restos de la calzada Mirandesa, algunas fuentes y muchas charcas. No pudimos evitar parar para fotografiar los puentecillos del arroyo de la Cunca —sí, el famoso que forma la fantástica cascada de Abelón— y también, a su tributario: el de La Llaga, el cual formaba un hermoso paraje entre puentes de lajas y fresnos.
La lluvia nos había respetado casi toda la ruta cruzando la dehesa de Albañeza, pero entre barros, herbazales, fuentes y arroyos nuestros pies permanecerían irremediablemente calados y encallecidos para el resto de la jornada. Mis viejas botas, aunque debían de ser impermeables, van haciendo aguas. Da pena pero habrá que pensar en cambiarlas.
En Abelón nos dieron las cinco. Quisimos hacer alto y tomar un café. También coger agua pero el bar estaba cerrado y tampoco encontramos a nadie por sus calles…
… y así pues, reanudamos nuestra ruta(wikiloc).
Si me pasas tu correo te podré enviar la portada de la revista «Hablemos de Abelón».
Muchísimas gracias. La foto del puente de la Albañeza me encanta e irá de portada del cuaderno. Hemos publicado dos números, el próximo (que incluirá tus fotos) se publicará en noviembre (realizamos dos cuadernos al año). En su momento te pediré tu correo electrónico para pasarte un pdf de ella y, lógicamente, respetaremos tus normas. Un cordial sañudo.
Muy buenas. Somos un grupo de abeloneses que ha editado dos cuadernos divulgativos con temas culturales de Abelón. Nos encontramos preparando el nº tres y uno de sus artículos se centra en la dehesa de la Albañeza. Deseamos incorporar tres fotos: el puente, un extenso jardín y los chiviteros. Para llevarlo a cabo deseamos contar con su autorización.
Reciba un cordial saludo.
Buenas Manuel. En la portada del blog indicamos que podéis hacer uso de cualquier fotografía con la única condición de hacer referencia a la fuente que este blog. Por otro lado encantado de que os sea de utilidad. Ya me indicaréis donde puedo echar un vistazo a estos cuadernos. Saludos cordiales