Nos apetecía pisar nieve así que nos dimos un paseo en coche hasta la montaña leonesa. Allí debería de estar garantizada dado el año que llevamos. Pasamos primero por Boñar, allí Álvaro y Beatriz de Pormaventura nos hablaron de la belleza de los paisajes del Puerto de Vegarada y del Curueño y nos contaron lo que había que saber sobre como caminar sobre raquetas ya que “arriba” serían necesarias.
Remontando el Curueño.
El río Curueño recorre unos 50 km íntegramente por León. Nace en las proximidades del Puerto de Vegarada y se entrega al Porma en Ambasaguas, después de descender unos 700 m. Nosotros desde Boñar nos dirigimos a La Vecilla donde comenzamos a remontar el río.
Tampoco se salva este cauce de la explotación de sus aguas y habitualmente tiene que ceder una parte al embalse del Porma. Un túnel que bajo la montaña une los valles, le obliga a colaborar en el llenado del embalse. Afortunadamente, como debe de estar lleno, el Curueño bajaba bravío y natural, rebotando entre rocas espumadas.
El paisaje, típico de montaña, se estrecha en las Hoces de Valdetejera. Aquí el Curueño parte la sierra y la carretera tiene que ceñirse al río que recoge feliz el agua de las cascadas que rompen entre arroyos de montaña.
Tan pegados al río es imposible ignorar los numerosos puentes que lo cruzan. De piedra oscura y alomados nos indican su antigüedad habiendo sobrevivido, en ocasiones a las calzadas, caminos y cañadas que deberían de continuar en las opuestas márgenes.
Tras varias poblaciones pasamos Redipuertas, la última. Estamos cerca de las cumbres y el valle se ensancha. La nieve comienza a manchar la tierra de pureza, hasta que arriba, en el Mesón de Vegarada, todo es blanco y nosotros aparcamos.
Paseo de nieve
El día invitaba a calzarse raquetas y la estampa alpina a formar parte de ella. Comenzamos a caminar hacia arriba, hacia Cabanillas. Allí uno de los ramales que forman el Curueño forma una cascada y había que visitarla. Con paciencia y entre fotos fuimos trepando sobre un metro de nieve algo blanda que aceleradamente va a desaparecer.
Nubes, niebla, sol, llovizna… es la montaña. De todo se sucedía cada poco y aún así el resplandor te quema la cara.
Llegamos a la tenue cascada. Algo decepcionante para la cantidad de nieve que había pero satisfechos de haber conseguido el pequeño reto.
Al descender visitamos las charcas de Cochaína y el caserío de Vega de la Reina, casi enterrado en la nieve pudimos pasar sobre sus tejados.
Anduvimos cinco kilómetros, que para unos principiantes de momento sobra. Una agradable experiencia que acabo con pies mojados. Estábamos avisados: “ojo a las caídas al hacer fotos….”
La ropa de repuesto lo arregla casi todo y como el día no podía ser mejor almorzamos allí mismo como si no quisiéramos perdernos la estampa alpina que teníamos delante.
Los gallos del Curueño
De regreso, en una de las paradas vimos “lo nunca visto”. Había un corral pero muchas crestas arrogantes…¿cómo era ésto? ; ¿pues no se dice:”cada gallo en su gallinero, y el ratón en su agujero”? Algo desconcertados nos fijamos más detalladamente y sí, al menos había una docena que no tocarían a más de media gallina… y… no se peleaban.
Y es que uno nunca deja de aprender algo nuevo. Resulta que estamos en el paraíso de las plumas para señuelos de pescador, es decir, las moscas. Aquí los gallos se crían, de raza parda e india, para el desplume. Sus coloridas plumas deben de ser irresistibles para las truchas y no hay otro lugar donde encontrar tan seductoras iridiscencias. Si alguien quiere saber más aquí tiene bastantes detalles.
Boñar
Regresamos a Boñar al caer la tarde. En el pueblo muchas cosas aún recuerdan a su magnífico Negrillón que como tantos otros sucumbió a la grafiosis quedándonos huérfanos de olmas a los amantes de los árboles. Esperamos a que dieran las siete al pie del campanario, pero cuando las dieron, el Maragato, quizás cansado como nosotros, ni se inmutó.
En un agradable paseo visitamos sus puentes y sus fuentes y nos recompusimos de un día agotador en la pastelería Cerezas emprendiendo el regreso con un hermoso sol de atardecer.
Aquí en Wikiloc podéis ver el track de la ruta de iniciación que hicimos con raquetas por la montaña, en total cinco km hundiéndonos los pies….
El Curueño… hace poco lo conocí y siempre me acompañó con su fuerza y ruido. Mostrándome paisajes que amé. Contándome sus historias de pueblos de montaña, mi historia. De La Cándana a las ruinas de Villarrasil paisajes y personas que me emocionaron. Volveré…
Noemí
Noemi, no me extraña nada todo lo que cuentas a la vista de los visto y disfrutado. Muchas gracias por tu comentario.