Hoy recorremos caminando, en un agradable día otoñal, una ruta histórica por caminos de Portugal. Desde la ciudad fortificada de Almeida llegaremos hasta el Puente Grande del Coa, conoceremos algo mas de la geografía de este bonito río y regresaremos subiendo sus laderas entre un hermoso paisaje de granito.
Comenzamos nuestro camino dejando atrás los baluartes de Almeida. Nada más salir de sus murallas comenzamos un fuerte descenso con la vista en el abismo del profundo valle del Coa. Todo está tranquilo ahora: los ganados paciendo entre olivos y palomares; en las fuentes saltan las ranas y algunas cogujadas posadas en las cortinas nos miran con curiosidad. Pero a nosotros nos nos vienen a la memoria los violentos combates que el 24 de julio de 1810 por aquí tuvieron lugar.
“Black Bob”, duro brigadier escocés, con su Light Division hizo frente temerariamente al VI Corps de la Armée comandado por “Brave des braves”, el rubio mariscal francés. Dos gallos en el corral del Coa.
A medida que descendemos por un bonito camino entre robles podemos imaginar a aquellas unidades de húsares y dragones hostigándose violentamente a sablazos en unos terrenos sin más margen de maniobra que el combate sobre los estrechos caminos que descienden hacia el río.
El Puente Grande sobre el río Coa
Llegamos al río y encontramos el elegante puente de tres arcos rebajados que apoyan sobre la misma roca.
Black Bob, cuya principal misión era distraer al ejército francés lo máximo posible, recibió un inesperado ataque desde posiciones más ventajosas que le obligó a cruzar el río como pudo. Sus trenes de artillería se agolpaban en el estrecho el puente, después la caballería y por último sus fusileros. Finalmente lo consiguió con la pérdida de «solamente» 400 hombres algo que le hubiera puesto en evidencia ante el prudente Sir Artur.
Pero Robert Craufurd tuvo aún más suerte aquel día. El propio enemigo: Michel Ney, también temerariamente, vino a echarle una mano. Tras cruzar el puente, Craufurd asentó sus posiciones con la infantería portuguesa y propia, algo sencillo en un terreno como este. Pero a Ney se le ocurrió que también podría cruzar el puente para destrozar y poner en fuga a la División Ligera. Lo intentó con tozudez en tres ocasiones hasta que también perdió varios cientos de sus bravos granaderos: la élite de sus hombres.
El Puente Grande marcó el resultado de una partida de errores que no había sido necesario jugarla y que ambos perdieron pero que convenientemente aderezada los dos ganaron.
Nosotros recorremos el hermoso puente sobre las serenas y escasas aguas del Coa encañonadas más abajo. Una cruz sobre un roquedo recuerda la batalla y varios ramos marchitos rememoran también el recuerdo que cada año se recrea sobre este evento y que atrae a muchos visitantes.
El río Coa
Nace en la Sierra de las Mesas, freguesía de Fóios; justo en la raya con España. Recorre 135 km encajado en un profundo valle que crea un obstáculo natural que explica por si mismo la posición estática de nuestras fronteras. Finalmente desemboca por la izquierda del Duero en las cercanías de Vila Nova de Foz Coa. Sus yacimientos de arte paleolítico le han hecho merecedor el título de Patrimonio de la Humanidad.
Salimos de momento del campo de batalla para recorrer la orilla del Coa. Aguas arriba el río está represado primero por un pequeño azud para lo que parece que fue un molino; más arriba una presa hidroeléctrica más alta crea un pequeño y agradable embalse que suaviza el hondo valle.
Ahora el calor aprieta y tenemos que buscar una sombra para almorzar que solamente nos ofrece el muro de la presa. Apenas hay arboleda y los berrocales asoman entre matorrales de escobas. Junto al río remojamos los pies que ya notan el cansancio.
Comenzamos el regreso subiendo despacio desde la orilla del río. Parece verano y el calor estimula los agradables bálsamos de la jara. De nuevo entramos en el campo de batalla. Justo por estas ásperas laderas tuvieron lugar, también aquel día, muchos choques entre los batallones de fusileros y cazadores y el desesperado repliegue hacia el puente. Cuatro mil hombres tendrían que cruzarlo antes de que otros diez mil los aniquilaran.
Almeida
Ya cansados llegamos arriba, a la meseta donde comenzó el choque. Al fondo en la fortaleza de Almeida apenas despunta su Torre del Reloj y el depósito de agua. De la torre de su castillo medieval nos da cuenta sus cimientos.
Precisamente retrasar la conquista de esta fortaleza pudo justificar la acción de Black Bob. Pero aquí los franceses tuvieron más suerte. Dos días después las baterías gabachas abrían fuego contra Almeida, un proyectil cayó sobre los barriles de pólvora que transportaban hacia los baluartes explosionando el polvorín entero en el interior de su castillo medieval. Murieron otros cuantos centenares de hombres, la ciudad quedó destrozada y las defensas afectadas. Tuvo que rendirse de inmediato.
Y así, hasta aquí llega la historia y nosotros también, eso sí, después de recorrer 18 km que podéis ver en este track.
Robert Craufurd, “Black Bob”, siguió bajo el mando de Wellington como comandante de la División Ligera muriendo en combate, con 48 años, un par de años después en el asalto a Ciudad Rodrigo. Bajo sus murallas yace desde entonces.
Michel Ney, “Brave des braves”, fue el último francés en abandonar Rusia y siguió luchando con Napoleón hasta Waterloo. Con 46 años fue juzgado y condenado a muerte por alta traición en 1815. El mismo dió la orden de “fuego” a su pelotón de ejecución.