Sabíamos que el tiempo no sería favorable ¿o si?
Nunca se sabe. Lo que si que si que sabemos, es que el tiempo — las condiciones atmosféricas— también forman parte del paisaje y así hay que disfrutarlas.
Velilla y la fuente encantada
Cuando llegamos a Velilla del río Carrión la blancura era casi total y sobre ella comenzó a nevar. Aún así aparcamos y nos animamos a descubrir “por primera vez” la caprichosa y enigmática fuente de la Reana. Con cierto arrojo desafiamos esa leyenda que cuenta la desgracia que acontece al que por primera vez la visita y la encuentra seca. Allí la encontramos, con su elegante arcada desnuda sobre un prado deslumbrante y por suerte… llena de agua cristalina.
Entre el río y la fuente: la carretera y, sobre ella, las quitanieves comenzaban su frenético deambular. De nuestro honesto hotel en Riaño nos avisaron por teléfono de que era mejor no llegar hasta allí pero ya era demasiado tarde como para no intentarlo.
Así que tras un breve paseo por el joven río y saludar a los nogales de la plaza nos colocamos tras las intermitentes luces de una quitanieves y la seguimos. Hicimos un viaje perfecto. Pasamos sin problemas por La Portilla y Los Picones cambiando el valle alto del Carrión por el del Esla hasta llegar a Riaño. La nevada era intensa, caían estropajos —según lo definió una paisana— . Así las cosas, en una de sus cuestecillas, ya en el pueblo, no quedo más remedio que colocar las cadenas textiles que llevábamos como ayuda.
Nos instalamos en un hotel «solo para nosotros», comimos deliciosa y calentita legumbre y nos lanzamos a intentar hacer alguna foto.
Pero la nevada arreciaba. Sin visibilidad y sobre un manto de más de cuarenta cm el paseo fue muy corto y la tarde junto al fuego larga.
Remembranza
En la cafetería del hostal las llamas del hogar de leña restañaban agradablemente. Sin señal de televisión y sin cobertura pronto cayeron los pasatiempos del Diario de León y el repaso de revistas pasadas de fecha. Ahora contemplabamos los cuadros distribuidos por las paredes con las fotografías de los nueve pueblos anegados por el embalse:Anciles, Huelde, Éscaro, La Puerta, Burón, Pedrosa del Rey, Salio, Riaño y Vegacerneja.
Nuestro R5 amarillo había pasado por Riaño —el Viejo— en mayo de 1983. Mis recuerdos de aquel hermoso valle están bien consolidados por tener que conducir en varias ocasiones tras lentas y tercas vacas que caminaban por su carretera. Son recuerdos del Esla cuando bajaba dando brincos, limpio y espumoso; de prados verdes repletos de delicados capilotes y de un horizonte duro y vertical. Unos años después volvimos para encontrarnos las aguas aún cubriendo los escombros en los que la soberbia había convertido los pueblos. Los nuevos edificios nos parecieron fríos y vacíos, fuera de contexto. En uno de los nuevos comercios compramos cecina mientras escuchábamos el lamento de un grupo de paisanos.
Ahora volvemos cuando el corazón del Esla ha dejado de latir por estos parajes. Mientras contemplamos los cuadros, Águeda, nuestra hospedadora, amable y buena conversadora, nos ha ido contando cosas entre café humeante. Recuerdos personales de sufrimiento y de impotencia; de las cuentas de sus padres y abuelos que no cuadraban y de los despropósitos de aquellas administraciones progresistas que siguieron los mismos violentos pasos de la dictadura culminando la infamia contra uno de los valles más bellos de la península Ibérica.
Mientras la escucho esta canción aparece por mi cabeza…. y es que nunca aprenderán.
Where have all the flowers gone?, the girls? the soldiers?…. Nunca aprenderán
Nuevo Riaño
Al amanecer otro palmo más de nieve se ha encaramado sobre la de la tarde anterior presentándonos un pueblo virginal. El embalse hoy si nos mostraba sus costas y entre algunas nubes se atrevían a aparecer intermitentemente las crestas desdibujadas del Gilbo y del Cueto Cabrón entre otros picos difuminados.
El nuevo Riaño ha recurrido al turismo para mantener a quinientos habitantes de los varios miles que antaño acogió el valle. Conserva parte de su belleza y trata de poner de su parte las aguas del embalse.
Ahora hay un barco que navega “entre los fiordos leoneses” y al pico Gilbo lo apodan “el Cervino Leonés”. Como si la comarca de Riaño fuera algo menos que los lugares que trata de evocar. Mejor nos quedamos con su reciente nombramiento como “Mejor pueblo de España” o su banco: “el más bonito de León” aunque esta vez no estaba precisamente para sentarse.
El barco hoy no sale. Nos dicen que no hay nueve personas. Nos vamos sin cobertura y la televisión sigue sin funcionar. Para nosotros no es imprescindible pero si no tienen más remedio que elegir el turismo como medio de desarrollo no estaría de más un mayor apoyo para corregir estas deficiencias tan simples.
Tras otro corto paseo por donde fue posible limpiamos de nieve una salida para el coche y con precaución partimos de uno de los extremos más recónditos y hermosos de nuestra querida cuenca del Duero.
Y tenuemente seguía nevando sobre la gran herida que no acaba de cerrarse.
Para el que quiera saber más o recordar como se trató a esas personas algunas sugerencias de entre la abundante información disponible:
- Diseño y construcción del nuevo Riaño en video
- Riaño: un herida que no se olvida
- Riaño, duros recuerdos
Precioso reportaje, gracias, es una forma de soñar que paseo por esos lugares tan bellos, las fotos hablan. Enhorabuena🌹
Solo sé que cuando íbamos a pescar truchas en el antguo Riaño en dos horas tenías seis truchas guapas, después merendábamos un poco cecina en un bar del pueblo y a casa, hemos vuelto estos últimos años y los ríos estaban llenos de carpas, aquellos pozos por encima de Escaro, sacamos a cucharilla en una hora más de veinte carpas y ninguna trucha, se las regalábamos a un muchacho joven que su madre las escabechaba…, una auténtica pena si Fraga fuese de nuevo pescar la trucha …,se volvería a morir del disgusto.