Hoy regresamos a San Román de Hornija. Es domingo a media mañana y hace muy agradable si bien la madrugada pasada heló; aún se nota en el viento fresco y cambiante. En el pueblo tocan a misa y varios vecinos ya esperan a que abra la iglesia donde reposan su amor Chindasvinto y Reciberga. Junto a ella, comprobamos con agrado que la Casa del Priorato está siendo reafirmada.
La Dehesa
Nosotros tomamos el camino hacia la dehesa de Cubillas, enseguida comprobamos la naturaleza de estos terrenos llenos de cantos, algunos enormes, que abundan esta parte del valle del Duero. Ante nosotros la hermosa dehesa de Cubillas, un paisaje “rara avis” por esta provincia que nos permite disfrutar de buenos ejemplares de encinas.

Tratamos de llegar hasta el vértice Cubillas (758) que se encuentra en el cerro Gurugú —¡otro gurugú más!—, justo sobre la vieja Casa del Guarda.
El camino es arenoso y en la subida hemos de bajarnos en alguna ocasión pero finalmente llegamos al lugar sobre el valle que nos permite extender nuestra vista desde casi desde Tordesillas hasta Toro. ¡Lástima de prismáticos!

Seguimos recorriendo la apacible dehesa que en breve dispondrá de un colorido tapiz, evitamos entrar en algunos caminos señalados como particulares y finalmente caemos hacia el Duero recorriendo su ribera hasta el puente del ferrocarril que cruzamos paseando.
La Cañada
Al llegar a la estación de Castronuño, entre varias opciones, decidimos tomar un tramo de la cercana Cañada Real que yo no conocía; en concreto el que sale de Tordesillas y llega hasta Vadillo de la Guareña.
Bordeando la finca de Cartago de Arriba nos encaramamos a lo alto de las divisorias que marcan la raya entre Castronuño y Sieteiglesias. Y por aquí discurre este espectacular y bien conservado tramo de la ancha cañada.

Se aprecian perfectamente como sus noventa varas de anchura se pierden en la distancia sobre un terreno ondulado, seco y solitario. Ahora pinos y carrascas pueblan el espacio por el que se desplaza a capricho un camino que nos invita a realizar algunas de las bajadas en bicicleta más comprometidas que se puedan hacer por la provincia… y que afortunadamente “surfeamos” con éxito.
Nos asomamos al mirador de Peñarrubia con una espectacular vista de la curva del Duero y de Castronuño en un momento en el que tonos verdes, ocres y pardos definen con nitidez la geometría de las parcelas de cultivo.
Bajamos hasta Castronuño y almorzamos en el agradable pradillo junto a la fuente del Caño, eso sí, buscando más bien el sol que la sombra en la recién estrenada primavera.
Y el Duero.
Remontamos a duras penas el seco y arenoso arroyo del Caño que rodea Castronuño por el sur. Ahí encontramos el puente de los Tres Ojos sobre un tramo abandonado de carretera a Alaejos. Un puente viejo y desgastado y no precisamente por las aguas del arroyo pero que combina con mucha gracia la piedra y el ladrillo.

Descendemos por la carretera y cruzamos el embalse que ya comienza a alimentar sus canales laterales de riego: el de San José y el de Toro.
Tratamos de tomar la ribera del río por su lado derecho y nos cuesta. Hemos de caminar más de un kilómetro sobre la linde de campos arados pero, a pesar del esfuerzo, compensa disfrutar de un río en una parte en la que abundan las islas y de una ribera virginal con gramas de medio metro de altura entre las que entramos para acercarnos de vez en cuando hasta la orilla. Al llegar frente a de Villafranca de Duero podemos observar que el río corre con cierto brío formando pequeños rápidos sobre un lecho rocoso.
Algo más lejos se le unirá el Hornija y este será precisamente el punto más bajo de la plana geografía vallisoletana, sobre los 640 msnm.

Nosotros regresamos a San Román tomando el Camino Ancho. Cruzamos el Canal de Toro y también la vía cuando un milano remonta repentinamente del suelo frente a nosotros. El ave nos parece enorme desde tan cerca. Cuando pasamos sobre el lugar un pequeño raposo yace junto a la cuneta picoteado por la bestezuela que se encontraba almorzando. Pronto volverá.
Y regresamos a San Román de Hornija. Algunas norias aún siguen instaladas entre las huertas y junto al puente de piedra sobre un discreto Hornija dejamos la bicicleta por hoy después de haber recorrido 50 km. (Aquí el track)
Aunque nosotros en nuestra ruta respetamos los caminos que avisaban de que eran propiedad privada y por supuesto no entramos en la casa, dejo el comentario de este lector que indica que es el propietario de la finca y pide que se respete la misma.
Muy buenas,
La casa del Gurugú es una propiedad privada, vandalizada debido a visitantes destructivos y para acceder a ella se ha de pasar por caminos particulares dentro de una finca privada
Ruego eliminen la refernecia de su página web pues están incitando a allanar una propiedad privada y a la visita de ua casa en ruinas con peligro de accidentrd
Soy el actual propietario de lo que queda de la casa
Ramón Coello de Portugal