Viajar entre la Tierra de Campos proporciona una indescriptible sensación de libertad y desahogo espiritual. Sus paisajes de amplios horizontes, en esta ocasión decorados con cielos abruptos, y sus campos cambiantes de caminos rectos, casi llanos, nos serenan la mente. ¡Una auténtica terapia antiestrés!
Hoy además participamos de un detallado viaje cultural de los que os dejo algunos apuntes que me llevan a otras reflexiones.
Ampudia
Bajamos de los Montes Torozos entre aerogeneradores gigantescos que giran descompasados para aparecer en Ampudia y el hermoso pueblo nos recibió con arte, cultura y recuerdos:
Arte: en su coqueto museo de Arte Sacro y en las colecciones que guarda su Castillo
Cultura: En su Museo de la Medicina, en sus colecciones fotográficas y etnográficas.
Recuerdos: De cuando allí se rodó una parte del Cid, con la visita de Charlton Heston incluida.
Y por supuesto, mucha historia, gastronomía y la belleza de su viejo entramado urbano.
Nos quedaba mucho por ver, estaba claro, pero había que seguir viaje. Entre tierras luminosas, por carreteras vacías y estiradas cruzamos pueblos iguales y diferentes. Ahora nos dirigimos al norte: hacia Santervás de Campos: En cada uno de ellos podríamos habernos detenido, habernos sorprendido con algún hallazgo que no conocíamos pero nos conformamos con el mismo viaje que tras un gran chaparrón nos mostraba sus tierras empapadas mientras verdean bajo nubarrones que poco a poco van abriendo.
Santervás:
Cruzamos el río Valderaduey y subimos hasta el alto de Valmadrigal en Santervás de Campos y allí: más arte, más cultura y más recuerdos.
Arte en la maravillosa iglesia de San Gervasio y San Protasio
Cultura en las interesantes explicaciones que Nuria nos contó sobre la comarca y el pueblo. Sobre las exposiciones de aquellos viajes de la ruta Quetzal que por aquí hicieron parada.
Recuerdos de la visita del mismísimo gobernador de Puerto Rico con ocasión del quinto centenario del descubrimiento de aquella isla caribeña.
También historia, claro está; en este pueblo nació Juan Ponce de León, descubridor de Norteamérica y primer gobernador de Puerto Rico
y, cómo no, la belleza de su paisaje sereno rayado por la línea del río Valderaduey.
De regreso ¡todo un clásico!, café con petisú en Medina de Rioseco y alguna compra de rosquillas y marinas.
y algunas reflexiones
¿Podrán nuestros nietos disfrutar de estos pueblos?¿Quedará algún recuerdo de lo que hoy hemos disfrutado? ¿Podrán estos heroicos supervivientes de la comarca seguir con su lucha?
La verdad es que parece imposible.
Apenas hay personas que quieran vivir en estos lugares; salvo excepciones se busca el calor, el ruido, la compañía. En resumen la viveza e incluso la impersonalidad de la ciudad sobre todo en los jóvenes.
Tampoco estos pueblos son necesarios del todo; la agricultura y ganadería suele ser su medio de vida pero apenas fija gente y en muchos casos es posible llevar una labranza viviendo en la ciudad.
Nos preguntamos ¿Cuántos alcaldes ya ni siquiera viven en su propio pueblo?¿Cuántos días a la semana ha de ir el Secretario?¿ y el médico?…
Sin embargo ahí está la perseverante batalla de los que aún allí viven. Sin apoyos y con muchas mentiras asisten a la continua merma de servicios cuando es precisamente lo contrario lo que se promete.
Es una lucha titánica y desesperada contra lo que parece una despoblación irremediable. En una época de ocurrencias como la actual alguien apostaría por una crecida de los océanos que espantara la población de las costas e inundara de población estos parajes. Otros, más pragmáticos, hacen de esta realidad virtud y apreciando como un lujo la densidad de población de estas tierras, poniendo en valor su calidad de vida en contrapartida con las grandes ciudades.
Recuerdo una ocasión, en una de nuestras excursiones en bicicleta, almorzaba con un amigo en un cerro cercano a Villanueva de la Condesa. Una pareja de madrileños, parecían novios maduros, disfrutaban de un paseo en un fin de semana de “escapada rural”. Miraban a un par de familias que celebraban algo ruidosamente en una cercana bodega. Cuando llegaron a nuestra altura nos preguntaron cómo era posible que aun vivieran personas en cuevas por estas comarcas.
Fue grande nuestro asombro ante la pregunta y notoria su vergüenza cuando les explicamos lo que era una bodega tradicional y sus usos actuales.
De momento parece que esta y muchas otras comarcas llevan camino de convertirse en eso precisamente: un espacio natural para urbanitas donde se propondrán safaris fotográficos y desde un confortable “Off Road” poder observar en la estepa como una manada de lobos devora a un cordero en directo o a las avutardas (macho) tirando los tejos a las hembras atados a un postecillo. Los lugares menos afortunados albergarán granjas industriales y los desgraciados ríos meros reservorios con algún embarcadero.
Pero, en fin. A pesar de todo hoy hemos podido seguir disfrutando de sus hermosos paisajes, su arte, su cultura y algo de optimismo.
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- Agradecemos a Jose María Atienza(en Ampudia) y a Nuria Rodríguez (En Santervás de Campos) sus explicaciones, conocimientos y atenciones en las visitas realizadas a sus respectivos pueblos.
Una visión próxima y acertada de esta parte de Tierra de Campos.
Aquí la desidia de la administración pública es un ejemplo, como lo es la sumisión de los habitantes
Un vasto lugar al borde de la desaparición, todo pasa ante nuestros ojos y sigue inexorablemente su paso, día a dia