Acaba de comenzar el verano, las ascuas de las hogueras están aun templadas y sin recoger. El calor lleva días apretando pero es hora de salir.

Los detalles y track  aquí en Wikiloc

Desde Villada remontaré el Sequillo hasta su encuentro con uno de sus principales arroyos: el río Templarios. En su cabecera recorreré un pequeño tramo del Camino de Santiago para volver al encuentro de la Tierra de Campos y regresar de nuevo a Villada.

El río Templarios es más bien un arroyuelo con nombre evocador. El tiempo por aquí discurre tan lentamente que no es difícil imaginar a los caballeros del Temple dominando estos fértiles parajes desde Villalcazar bajo instrucciones llegadas desde Acre o Jerusalén. Pero de aquello ya pasó mucho tiempo.

Nace, o mas bien se forma, de la unión de varios pequeños arroyos cerca de Moratinos, a partir de aquí discurre durante 11 km hasta el término de Villada donde se entrega al río más característico de Tierra de Campos: El Sequillo.

En estas fechas, ni siquiera juntos logran que entre sus carrizos corra una gota de agua.

Durius Aquae: ermita de la virgen del Río en Villada
Villada. Ermita de la Virgen del Río
Salgo de Villada por la ermita de la Virgen de Río

hacia el camino de Los Galgos. Son las plomizas cuatro de la tarde aunque cuento con la promesa de la AEMET de que se nublará. De momento no es así. Ruedo por plena Tierra de Campos en un tiempo de cosecha que no es para celebrar, ni mucho menos. Plantas ya secas pero escuálidas; apenas levantan un palmo. Será año de apretarse el cinto.

Me acerco a la a fuente de Calaborrilla, aunque poca algo de agua mana. Esta perdida. Más adelante me aproximo al río por las proximidades de El Pantano, un espacio acuático acertadamente recuperado para ocio de los villadinos.

Ahora sigo a lo largo del río, en busca de Villelga. Hago otra parada en la fuente de Santiago; también mana agua y tiene un adecentado arca aunque el entorno está también difícil.

Villelga, al lado del arroyo, aunque conserva algunas casas habitadas no parece que llegue a sobrevivir a otra generación. Sus viejos y oxidados columpios echan de menos las colas de niños ruidosos e impacientes. Quizás nunca las hayan conocido pues parecen llevar cuarenta años nuevos.

Durius Aquae: Los columpios de Villelga
Los columpios de Villelga
El Séptimo Sello

Remontando las lomas me dirijo hacia el norte rodando por la divisoria del Templarios y Valdeginate, seguimos en Tierra de Campos pero el paisaje va cambiando. No son las llanuras eternas, más al sur. El campo es más compartimentado, más variado. Encontramos cuestas algo más pronunciadas y magníficas arboledas en los cauces y en las lindes.

Por estas soledades me dejo acompañar un rato del caballero Antonius Brock. Haciendo mías sus dudas y sus vacíos.

— ¿Qué hay después?, me pregunta.

— Tu debes de saberlo, ya llevas una buena temporada en ese después. ¿has preguntado a tu escudero?

Se marcha sin decir nada, ¿hacia la nada?

¡Menos mal! 

Durius Aquae: Río de los Templarios
Río de los Templarios

Al llegar a Terradillos de los Templarios tomo el Camino de Santiago. Observo que no sólo a mi me acompañan caballeros; el albergue del lugar lleva por nombre Jacques de Molay. La ambientación no puede ser más apropiada. Justo en el camino, entre Terradillos y Moratinos da comienzo el Río de los Templarios. Recoge la escorrentía —en este momento nula— de media docena de arroyos que forman un anfiteatro en el borde mismo de Tierra de Campos, en torno a los 900 m de altitud.

En Moratinos se hace necesario tomar una clara con limón. Afortunadamente la promesa de las nubes se ha cumplido pero la temperatura no refresca y hay que contrarrestar al insípido bote de agua calentorra que llevo encima.

Veo árboles abrigados en la plaza, ¡con jerseys de lana! … Pobrecillos.

Tras la caña sigo mi camino abandonando el de Santiago.

A través de un bonito camino jalonado de escobas doradas llego a San Martín de la Fuente y a Villátima y a Villemar. Granjas o localidades que correrán la misma suerte que puede correr Villelga. Sus barros vuelven al barro, sus viejas maderas se descomponen y las tejas que sobreviven se venden a quien las quiera recuperar. Algunos ancianos disfrutan de un calmado atardecer y alguien riega de una alberca un precioso huerto. Poco más queda.

Durius Aquae: algunas palomas conservan su hogar
Algunas palomas aún conservan su hogar

La tarde va cayendo y como la temperatura es agradable remonto de nuevo las laderas para dirigirme al pueblo leonés de Escobar de Campos y desde allí a Villacreces. De nuevo los campos se abren con amplitud y menguan las arboledas, en Escobar me encuentro con la grata sorpresa de la fuente de Peñahiguera junto a un castillo de bodegas, casi todas hundidas. El agua de esta fuente resulta revitalizadora —sin duda la mejor del trayecto— fresca y clara tiene un caño discreto pero continuo. ¡Ojalá que dure!

Durius Aquae: ¡No habrá ni para un saco de panes!
¡No habrá ni para un saco de panes!

El camino a Villacreces, que también es Camino de Santiago (desde Madrid), se ve alterado en parte por los rodeos que hay que dar para cruzar el nuevo AVE a León, pero cuando salto el obstáculo llego a uno de los parajes más románticos de Valladolid. Un pueblo abandonado en los años 70, no llegó a tener una carretera asfaltada como tampoco llegaron a estarlo sus calles. La torre de su iglesia es lo único que aún se mantiene en pié, algo que no han logrado otras torres mejor atendidas. Sin embargo, su prado, su arroyo y su fuente conforman un paraje fresco y bucólico donde los haya.

Y aquí otra vez me encuentro con Antonius. Desesperado juega al ajedrez sobre la hierba y hace preguntas a su cruel compañera.

— Esta despoblación… ¿es por la peste?

Esta ríe sin contestar y yo allí los dejo.

 

Durius Aquae: Villacreces y el barro que vuelve al barro
Villacreces; el barro que vuelve al barro
Somos demasiados para un lugar tan concurrido

así que tomo la carretera a Pozuelos del Rey. Sí, hoy en día es carretera aquel camino por dónde partió el último carro que abandonó este pueblo hacia Villada, donde se establecieron sus últimos vecinos.

Pero el sol va cayendo y quiero volver a los ríos. Llego hasta donde el Sequillo recoge al río de los Templarios en las proximidades de la Casa de la Piedra. Sigo sin ver agua, todo es esguazo. Son sus espaldones artificiales, que forman una «ye», los que me indican el accidente. También las praderas de carrizos que colonizan sus cauces.

Así vuelvo a Villada, con el sol poniente entre chopos, sauces y álamos temblones, algunos tronchados sobre el cauce sucumbiendo a la sequía.

Ríos secos pero… al menos algo de agua en las fuentes.


Nota: De vuelta a casa con el coche no pude por menos que parar en un lugar que tenía pendiente. Este es el puente de Boadilla de Rioseco, sobre el Sequillo, conformando parte la la carretera a Cisneros. ¡Impresionante! Aquí tenéis una pista.

Durius Aquae: Puente sobre el Sequillo en Boadilla de Rioseco
Puente sobre el Sequillo en Boadilla de Rioseco

 

 

 

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