Cuando la primavera está en su momento es difícil resistirse a salir al campo. Mañana fresca y día soleado con cierta incertidumbre, los suelos firmes y secos y el viento suave. Perfecto.

Mapa Torrecilla - San Román

Nos acercamos hasta Torrecilla de la Abadesa para, desde allí, comenzar a rodar. Se trataba de llegar hasta los Villaesteres y después tomar los altozanos entre el Hornija y su tributario Bajoz a medida que se aproximan uno al otro. Finalmente desde San Román de Hornija recorrer la ribera del Duero ceñidos al río en lo posible y regresar. El navegador marcó unos cómodos 62 km. Aquí el track de wikiloc

Hacía Villaester. ¡nos falta un pozo!

El comienzo de mañana fue muy agradable y algo empinado. Comenzamos subiendo hasta la iglesia de San Esteban que es de los pocos edificios en piedra del pueblo, desde allí vemos el curioso caserón —este de adobe— que dicen fue de la Abadesa de Tordesillas y en el corto horizonte la hermosa y ancha vega. Subimos más, ahora hasta Las Matillas y tomamos la Cañada de Reaño con el mosqueo de mi compañero, Federico, que echaba en falta un brocal de piedra que él recordaba a la izquierda del camino. Me iba a sorprender pero ya me tiene acostumbrado a estas cosas.

Durius Aquae: viejas cepas de Toro
Viejas cepas de Toro

Lo que no faltaban eran el cereal en ciernes y las viñas, que en aquel momento tenían incipientes pámpanos; ni tampoco pinos y encinas, felices sobre tierras rojizas y pedregosas, este año muy bien regadas.

Paseamos por los Villaesteres, de arriba y de abajo, ambas son fincas agrícolas pertenecientes a Pedrosa del Rey que aún conservan restos de molino,  ermita, palomares e incluso «gloria» en alguna casa. Nos asomamos al Hornija y comprobamos con alegría que este año, sí que llevaba agua…y corriente.

Rodando entre el Hornija y el Bajoz

Subimos hacia el otro lado del valle y serpenteamos por sus caminos. Desde Pajarincojo nos acercamos a los Pinares de Santa Ana y desde allí era el Bajoz, el riacho que veíamos bajando dubitativo, el cree que va al Duero pero, unos metros antes lo recogerá el Hornija.

Durius Aquae: Caballo blanco
Unos rodando y otros tranquilamente «al paso»

Más adelante aparecieron las bodegas tradicionales de San Román de Hornija, de aspecto diferente a las que solemos encontrar en la mayoría de la provincia. Frontones muy grandes excavados sobre tierras rojas y que de alguna manera recuerdan a la misma tumba de Agamenón en el Peloponeso.

Durius Aquae: Bodegas tradicionales de San Román de Hornija
Bodegas tradicionales de San Román de Hornija, nuestro «Tesoro de Atreo»

Nos aprovisionamos de agua en el pueblo y dejamos a Chindasvinto junto a su Reciberga. Tomamos el camino de las graveras y nos detuvimos en lo alto del puente que hay sobre el ferrocarril para, desde allí, contemplar el fundido de los valles del Hornija y el Bajoz que se hunden en el del Duero.

Allí mismo se encontraba casi inaccesible el viejo apeadero en ruinas, ¡siempre entre ruinas! Un tren pasa al día hacia Zamora y otro hacia Medina (no permiten la carga de bicicletas aunque vaya… vacío). Es la ordenación territorial “cum laude” de nuestros amos.

Durius Aquae: apeadero San Román de Hornija
El viejo apeadero comido por los ailantos

Nosotros seguimos por el Canal de Toro que ya viene con agua desde el embalse de San José, el panorama es delicioso; pinares y encinas sobre las laderas de nuestra izquierda y una hermosa dehesa bajo nuestras ruedas a la derecha. Todo verde y salpicado de florecillas que lo tapizan todo. Abajo, en los prados, decenas de toros y vacas corren a su albedrío haciendo como que se asustan.

Por las Riberas de Castronuño hasta Torrecilla

Al fondo podemos observar Villafranca, la localidad de menos altitud de Valladolid y al poco Castronuño sobre su cerral. Nosotros nos recreamos pedaleando fuerte por magníficos caminos junto a la ribera. Nos hallamos en un lugar protegido y preparado también para la pesca; varios puestos preparan sus aparejos para un campeonato. Nosotros, después de curiosear un poco, seguimos.

Durius Aquae: embalse de San José
Día de pesca en el embalse de San José

Ahora vendría uno de los platos fuertes del día: La Dehesa de Cubillas, un espectacular lugar, único en la provincia. Kilómetros de encinas que atraviesas a través del GR14 y que ahora se encuentran como un prado florido, inusualmente verde y salpicado de acederas de lagarto y estrellitas. Desde el camino nos acercamos alguna vez hasta los cortados que aquí se forman junto al Duero, balcones privilegiados sobre los que se debería de ver la desembocadura del Trabancos, justo enfrente, pero ese río ya murió. RIP.

Durius Aquae: Cigüeña en el Duero
¡Perdón… ya nos vamos!

Aún nos quedan fuerzas, así que bajamos y subimos. Bajamos a ras de Duero donde recibe al arroyo de bucólico nombre: Barco de Diana. Del dulce arroyo apenas queda en su lugar junto al Duero potentes, sucios y ruidosos motores chupan al río su savia y su vida.

Y ahora subimos hasta el caserío de medieval Torre Duero, ahora finca particular, para volver a bajar hasta los restos del viejo Canal de Tordesillas aquí nos llevamos la sorpresa de encontrarnos con el mayor fresno que yo haya visto dando sombra a una fuente que parece “británica” por el verdor, la humedad y la sombra.

Durius Aquae: fuente y fresno en Torre Duero
Fuente y fresno en Torre Duero

A partir de aquí: fácil. Algunos kilómetros por el canal, luego la cerreterilla festoneada de nogales y finalmente las viejas cabochas de barro de Torrecilla, al llegar…

¿Pero cómo? ¡Oh sorpresa!

El viejo y potente brocal cuadrado de piedra que mi amigo había echado de menos en la mañana cuando rodábamos por la cañada lucía hermoso frente al humilladero del Cristo de Torrecilla de la Abadesa.

—No es lo mismo; su lugar era la cañada… Me comenta.

—Pero ya no hay rebaños que abreven Fede, y al menos no ha ido a parar a algún jardín particular.

—Ya …

Efectivamente. No es lo mismo. (Foto de Federico Sanz)
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2 thoughts on “Riberas de Castronuño, entre Torrecilla y San Román

  1. Por supuesto que no es lo mismo, y me refiero al brocal del pozo que mencionas, pero has de saber que dicho pòzo («El pozo nuevo») dejó de utilizarse hace bastantes años , y además ya no tenía agua. Lo que sí seguía teniendo era un indudable atractivo para los «amigos de lo ajeno», y ante el temor de que desapareciera, tras algún intento de robo que hubo, o de que alguien sufriera un accidente al caer en él se optó , creo que con muy buen criterio, por trasladarlo a un jardín público ( no privado) para que todos los Torrecillanos , sus legales propietarios , así como cuantos nos visitan , pudieran disfrutar de un elemento que en su día tuvo una gran utilidad tanto para abrevadero de las numerosa ovejas que hace años pastaban por allí como para acopio de agua de los que por allí trabajábamos ( sobre todo en verano ). Y puedo dar fé de que su agua era exquisita , además de muy fresca.

    1. Gracias por tu comentario Carlos. Así queda completa la historia del bonito pozo. Estamos de acuerdo en todo lo que nos cuentas de modo que: ¡a disfrutarlo!

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