El río Valderaduey tiene un comienzo sufrido. En un estrecho resquicio que dejan las cuencas del Cea y Carrión nace y, en lugar de ser arroyo de alguno de ellos, baja tenazmente hacia el sur. Con su hilillo de agua, con el que se atreve a atravesar la Tierra de Campos entera, llega con dignidad hasta el Duero a las puertas de Zamora. Sus hermosos vecinos, Cea y Carrión lo miran con algo de desdén, como por encima del hombro. Sin embargo ellos no conocerán al Duero sino a través del Esla y Pisuerga.

Ruta y track (aquí) con el detalle del «Estrecho entre las cuencas»

Entre las provincias de León y Valladolid el Cea hace un amago para capturarlo. Se acerca peligrosamente a poco más de un kilómetro pero el Valderaduey, a lo suyo, lo esquiva con éxito por medio de unos diminutos altozanos que el Cea no rompe. Entre este pequeño capricho geográfico pasearemos en esta ocasión una entretenida ruta de 60 km.

Durius Aquae: Ríos Cea y Valderaduey posando para la misma foto.
Ríos Cea y Valderaduey posando para la misma foto.

Comenzamos en Melgar de Arriba, el pueblo más alejado de Valladolid capital. Situado en un alto junto al Cea hubo molinos y aún se conservan agradables huertas. Solamente llegando desde Santervás se comprende que estamos aún en Tierra de Campos.

Una ruta por el estrecho entre ríos

Tomamos el camino hacia Arenillas de Valderaduey, subimos y bajamos una simple cuesta y ya estamos en la orilla del otro río. Un Valderaduey que desde más arriba de Sahagún llega encauzado artificialmente, como en un estuche en forma de zanja que conservará hasta Zamora. Nada que ver con el libre y potente Cea que acabamos de observar.

Durius Aquae: trasera en Arenillas de Valderaduey
Arenillas de Valderaduey. Lo mucho que hubo y lo poco que queda

El pueblo que vio desaparecer a su vecino Villacreces hace algunas décadas ahora languidece casi vacío. Encontramos una iglesia sin torre y una torre sin iglesia. Su fuente de cuatro caños solo arroja agua por uno y de sus bodegas podríamos decir que son como una maqueta de Las Médulas: hundidas y abandonadas.

Dejamos Arenillas y cruzamos de nuevo por la pequeña cota de La Sorda, al lado del canal del Cea por el que llegamos hasta Galleguillos de Campos, de nuevo en el Cea con su hermosa ribera y su presa; antaño para llevar agua al molino, ahora para distribuirla por canales de regadío.

Desde aquí nos dirigimos a Grajal de Campos, otra vez el Valderaduey a un sólo paso, mejor dicho a una sola cuesta la de “Las Viñas de Morate” que separa ambos ríos. En Grajal compramos el pan y hacemos la visita a su bonita torre a pesar de la falta de esquinas, también a su chato castillo. Ahora seguimos por la ribera izquierda del Valderaduey por el Camino de la Revilla hasta la ermita de la Virgen del Puente que cruzamos por un vado en el que alguno se mojó (y no fue el de la foto).

Durius Aquae: vadeando el Valderaduey
Puentes no faltaban pero había que remojarse

Allí permanecen la ermita y el puente en un bonito paraje en el que falta el río. Este fué ligeramente desviado al hacer su cauce nuevo. Ahora nos encontramos justo en la mitad del recorrido que desde Roncesvalles lleva a Santiago pero nosotros solamente vamos a Sahagún. Allí visitamos la Peregrina y bajamos al Cea ¡de nuevo!

Y bajo un sauce damos cuenta de cerveza y fiambrera.

Y un guiño al Páramo Leonés

Dejamos el Cea y su aventura fallida de atrapar al recio Valderaduey. Ahora recorremos campos ondulados con viñas y alamedas entre el cereal. Al fondo divisamos Calzada del Coto y Bercianos del Real Camino pero nosotros vamos en busca de su legendaria Laguna Grande. Entre caminos en obra por la remodelación del regadío la encontramos casi seca e infestada de espadañas. No encontramos rastro de las ánimas que dicen la habitan; en su orilla, reblandecida de barro, solamente algunas aves que buscan agua y refugio con dificultad.

Durius Aquae: Tierras de Sahagún
Tierras de Sahagún, entre Tierra de Campos y Páramo

Buscamos alguna otra charca por la estepa: la de Perales. También la fuente de Pozagoso, pero ya nada encontramos. Los únicos rastros de agua que se manifestaban provenían del cielo; a nuestro suroeste observamos la tormenta que se acercaba. A la vista del oscuro horizonte por el Camino de Bercianos llegamos de nuevo hasta

Melgar de Arriba

Partimos entre palomares y llegamos entre huertas y molinos. También visitamos su humilde iglesia de San Miguel situada en un pequeño promontorio en un extremo del pueblo que realza su perfil. Un cartel nos cuenta el tesoro que guarda dentro en forma de retablo. Nosotros solamente podemos observar un exterior que refleja a la perfección el estado triste de la comarca.

Durius Aquae: Melgar de Arriba. Iglesia de San Miguel
Melgar de Arriba. Iglesia de San Miguel… en mejores tiempos

Paredes de ladrillo revocadas con crudo cemento, con un hastial de cabecera reforzado con una termoarcilla sin lucir y una torre enzunchada para que sus grietas no vayan a más. Nos asomamos al interior por el portillo abierto para observar el colapso de sus maderas entre palomino. Solamente su remozada cubierta evita lo que viene sucediendo por estas tierras olvidadas.

Paseabamos por el alargado pueblo cuando las primeras y gruesas gotas comenzaban a caer entre los campos del Cea y Valderaduey;  esta vez encontramos un bar abierto que nos dío agradable refugio y café.

 

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