Hace unos días comenzamos nuestra excursión en San Pedro del Arroyo, en la parte alta de la Moraña, hasta colarnos entre los entresijos de la Sierra de Ávila.

El pueblo, San Pedro, se nos apareció de repente desde el alto del Portazgo en un amplio llano escoltado por dos arroyos que dejaban a su paso sus estelas verdes de álamos rayando las secas tierras morañiegas: por su parte Oeste el pequeño rio Arevalillo, bien conocido en nuestras excursiones y, al Este y junto al pueblo, el arroyo Ovieco, Rivilla o Pinarejos; todos estos nombres tiene y es tributario del anterior.

Dehesa de Iván Grande, Ávila
Piedra Caballera en la dehesa de Iván Grande

Aparcamos nuestro coche y comenzamos a apañar los trastos: montamos las bicicletas, preparamos mochilas y agua, ponemos a punto el navegador… Todo menos el pan para el almuerzo. Esto nos gusta comprarlo en las panaderías locales aunque, la verdad,  cada vez es más difícil.

Mientras hacemos todo esto pasan a nuestro lado dos mujeres…

—Buenos días señora, ¿sabe usted si hay alguna panadería por aquí? —pregunto a una de ellas.

La mujer sorprendida no da a basto a explicarse; se acelera, se emociona. Nos dice que aunque en su pueblo ya no hay panadería podemos encontrar pan y nos da razón detallada de al menos tres lugares.

—Gracias, muchas gracias señora. Con que haya un lugar que nos vendan pan es suficiente.

—¡De nada hijos! Como no me llevo comisión os tengo que indicar todos, además me encanta que me pregunten por mi pueblo en el que como veréis aún quedan cosas…

Sigue caminando… abre la puerta de… nuestro coche. Se va a montar … ¡se sienta!

—Señora, señora… creo que se ha equivocado. —Le dice mi amigo que estaba a sus cosas.

Ella se gira y… se da cuenta de su error. Su compañera estaba entrando por la puerta del conductor del coche aparcado a continuación, muy parecido al nuestro.

!Vaya lio! Confusión, risas, alboroto… Así comenzamos la jornada.

Compramos finalmente una buena barra en un «estanco-ferretería-super» y comenzamos a rodar entre una naturaleza que encontramos agotada por el caluroso verano que se va terminando.

Corrales en Horcajuelo, Ávila
Contraste Sierra de Ávila – Moraña representado en los corrales de La Cárcava

Tomamos la Cañada Real Leonesa Occidental, cruzamos el arroyuelo del Juncal y fuimos poco a poco tomando altura hacia el Sur. Habíamos dejado atrás las tierras fértiles y llanas de la Moraña para entrar en la Sierra de Ávila; en el mundo del granito. En la misma raya nos dimos cuenta del brusco contraste entre las dos comarcas representado en unas viejas tenadas en La Cárcava: los muros que permanecían en pie estaban hasta la mitad construidos con piedra y la mitad más alta en adobe.

El paseo era entretenido. La cañada, jalonada a veces con piedras hincadas, disponía de un buen camino, por el que iban apareciendo caprichosos berrocales, enormes encinas y algún abrevadero seco, muy bien tallado en piedra y comido por rosales silvestres.

Pilón en Altamiros. Ávila
Un viejo pilón seco en medio de la cañada Leonesa Occidental

Llegamos hasta Altamiros, un sobrio pueblo serrano bien asentado sobre la misma roca con numerosos veraneantes que aportaban sonido y color al lugar.

Seguimos por la Leonesa, las encinas dieron paso a pastos, piornos y grandes berrocales entre los que pacían abundantes vacas. Pronto llegamos hasta la Venta del Hambre, el lugar en el que se cruza La Leonesa con la Cañada Real Soriana; auténtico nudo de comunicaciones ganadero. Aquí, antaño, pastores de lugares recónditos se conocían entre ellos y se transferían sus conocimientos, sus experiencias y sus aventuras, además de poder comer caliente y variado.

Altamiros, Gallegos de Altamiros
Fuente y abrevadero en Altamiros

Después de rodear el cerro de El Mochuelo (1295) seguimos rodando entre pueblos altos que apenas tienen ya habitantes. Sus fachadas permanecen firmes al estar construidas en piedra. Observamos algunas viviendas reformadas para descanso y muchas abandonadas. En Bularros una docena de vecinos celebran a San Bartolo y en Villaverde no encontramos a nadie para preguntar por el único vecino que nos cuenta Google que está empadronado en el lugar.

El cementerio de Bularros y Villaverde . Ávila
El cementerio de Bularros y Villaverde . Ávila

Aquí dejamos la Sierra de Ávila. Desde su altura, y el viento a la espalda pudimos hacer un tramo veloz junto al arroyo de Aldeanueva parando en Muñoyerro y después en Aveinte.

¡De nuevo en la amplia Moraña! volando entre los chopos del arroyo y los rastrojos de las tierras.

Tras la Sierra de Ávila, LA MORAÑA. Ávila
Tras la Sierra de Ávila, LA MORAÑA. Cerca de Muñohierro

Desde allí volvimos hacia San Pedro entre nuevos caminos que se entrecruzan junto a autovías y ferrocarriles para llegar hasta la iglesia de robusta torre de San Pedro. Junto a ella se emplaza su cementerio y, rodeándolo todo, la villa romana de El Vergel.

Desde allí visitamos la estación como algo extraordinario también por estas tierras y después pusimos rumbo a nuestro coche… ¿estaría?… o nos lo habrían llevado…

Lógicamente ¡Allí estaba!… Nos dio la risa.

Nos preguntamos si también se habrían reído las amables vecinas del pueblo… ¡seguro que sí!

Aquí os dejo el track

El ferrocarril rompe el paisaje. Aveinte. Ávila
El ferrocarril rompe el paisaje. Aveinte. Ávila
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