Probablemente contagiado por el buen ambiente pingüinero, tan cercano y renovado, o simplemente porque me apetecía hacer una ruta con  moto, esta mañana de enero me animé a desempolvar mi vieja F-650.

La verdad es que la venía notando algo celosa y distante. Es lógico, la bici se lo lleva todo últimamente y lo que es peor: ¡viven juntas! En el mismo garaje. Esta mañana, aún de noche y bien abrigado, la preparé con cariño y nos pusimos en marcha. No se lo podía creer, —se la sentía agradecida—.

Las rutas en moto son muy diferentes de las que se hacen en bicicleta. Estas últimas te permiten ir relajado, con el cuerpo entonado y desmenuzando el recorrido con detalle. No hay fuente que se te escape, ni árbol, ni arroyo… La moto requiere más concentración y más equipo, especialmente en estas fechas. El estrés es tan elevado como el frío y conviene preparar las rutas con cierto detalle y menos paradas. Por supuesto pueden ser  —lo son también—, interesantes y divertidas.

Durius Aquae, Coto de Puenteviejo
Coto de Puenteviejo

Pensado esto y otras cosas nos pusimos en marcha. Se trataba de llegar hasta el Coto de Puenteviejo (Maello, Ávila) y desde allí dirigirnos hacia Coca acompañando al río Voltoya, donde entrega sus escasas aguas en el Eresma. A partir de aquí vuelta a casa.

Puente de Almarza

El primer largo de la ruta fue fugaz, del tirón. Bien acoplado en la montura vi como los primeros rayos de sol iluminaban los muros del castillo de la Mota y más tarde el de Arévalo. Así llegué a Adanero, un pueblo por el que he pasado mil veces pero jamás había parado. Las cigüeñas de su iglesia me saludaron mientras me entonaba un poco.

Durius Aquae,Granítico puente de Almarza
Granítico puente de Almarza en el Camino Real de Madrid (1770)

Algo más adelante encontramos el Coto de Puenteviejo, allí me di un buen paseo, entre el rotundo puente de Almarza, un pequeño y abandonado destello de nuestra ilustración y las Charcas del Águila, desgraciadamente sin apenas agua. El día levantaba espléndido y yo me animaba por alguna pista…

El valle del Voltoya

Salimos de la Moraña y entramos en la Campiña Segoviana. Magníficas carreterillas para la moto por el amplio valle en el que las encinas se van tornando pinos y los berrocales se disuelven entre la arena. Cuesta creer que un río tan exiguo y tranquilo haya tallado este valle, pero debían de ser otros tiempos cuando eso sucedió. Hacemos algunas paradas y atravesamos varios pueblos hasta llegar a Juarros de Voltoya, la amplitud de la carretera cuando cruza el pueblo delata el paso de la Cañada Real Leonesa Oriental y un pequeño embalse aloja un grupo de azulones que se alborotan cuando me acerco. En la pared de una caseta se puede leer “Voltoya, por un caudal ecológico” ; más adelante “no al fracking hidráulico”. Son pintadas viejas, descoloridas. Pero… ¿qué sucede con el río?¿con todos nuestros ríos?

Durius Aquae; Precioso paraje en Moñibas
Precioso paraje en Moñibas

En Nava de la Asunción ambos repostamos, ella un depósito y yo una sin con pincho de tortilla. Tras visitar y disfrutar del manierista Caño del Obispo volvemos de nuevo al río y a sus caminos haciendo un nuevo alto en paraje del Puente del Marroquín.

Durius Aquae. Nava de la Asunción, Caño del Obispo
El caño del Obispo, casi 350 años surtiendo agua. Merece la pena recrearse en sus proporciones
¿Cómo se rellena un acuífero?

Primero se vacía sobreexplotándole a base de multitud de pozos y después buscamos una solución. Este es el caso de la cubeta de Santiuste de San Juan Bautista, donde en las proximidades al río te encuentras con unas extrañas infraestructuras. Básicamente bombean agua, lo almacenan y decantan para después soltarlo por unos trabados canales que hacen que el agua se filtre y vuelva a la tierra. Una técnica experimental que parece estar dando resultados positivos. (si queréis verlo…)

Y Coca…

Seguimos por pistas, entre pinares paralelos al río. A veces los más de 200 kg de moto culean, hacen extraños pero es que… voy con ruedas de carretera… Sí, ya sé.

Antes de llegar a Coca visito el vado y molino de Prados del Amor, me imagino las escaramuzas que en estos pinares tuvieron lugar en la guerra de la Independencia; el Empecinado y otras partidas dando cera al Francés entre los negrales. Ya cerca de Coca me acerco a visitar el moderno puente del AVE pero para observar el de la antigua línea cerrada Medina-Segovia, un puente histórico que no está en mal estado y que resulta ligero e imponente, va prácticamente a la misma altura que el moderno a pesar de tener 100 años más.

Durius Aquae; Coca, puente ferrocarril sobre el Voltoya
Imponente puente a 35 m sobre el nivel del río

Por fin llegamos a Coca, entramos por el Puente Chico y tras un breve paseo nos acercamos al Puente Grande y a sus Cinco Caños, desde allí y tras pasar por el chalet abandonado de Teodosio I el Grande, llego al discreto encuentro de Voltoya y Eresma. Una hermosa chopera en la que la moto, ya definitivamente, me avisa de no seguir por húmedos caminos. La hago caso prudentemente.

Durius Aquae: Coca, bastión romano y medieval
Coca, bastión hasta el medievo

Y nosotros a rodar: Villaverde, Íscar, Megeces, Mojados y a casa. No ha estado mal por lo que iremos pensando en la siguiente.

Mientras escribo esto escucho el eco de la verbena de los Pingüinos. ¿Quién sabe? quizás me acerque mañana a tomar un caldito (con la mimosilla, por supuesto, ¡se lo ha ganado!).

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